Pray for the Sinner

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     ADVERTENCIA: Contenido explícito. Violencia.


     Había pasado un tiempo desde la última noche que fue como esa, donde el viento soplaba tan tranquilo, que casi parecía querer disipar el velo de misterio que envolvía todo, y que no evocaba nada grato.

     Aunque las risas y el júbilo por el año nuevo recorrían las calles, él, que los observaba con ojos ardientes y susurraba incoherencias, estaba receloso. Entonces desapareció antes de que a cualquiera de los alegres ciudadanos se les ocurriera volver la vista hacia él.

     El aire se volvió frío... y no tenía nada que ver con el invierno.

     Las enormes alas broncíneas se movían gráciles y al unísono, y para cuando se dio cuenta, ya estaba muy por encima de los mortales y del suelo. Más alto que los edificios e incluso que las nubes; sin embargo, permanecía con la mirada clavada en la tierra, como si contemplara el abismo.

     Jungkook no sintió alivio o liberación en lo que había hecho.

     Su expresión era tan estoica, que parecía no sentir el frío viento que le sacudía el plumaje dorado de las alas y azotaba contra su torso desnudo. Apretó la mandíbula y entonces volvió la cabeza hacia el lugar donde había un errático corazón alejándose cada vez más de la ciudad.

     Dejó ir un suspiro lastimero y volvió la vista al cielo sobre él, mismo en el que volaba, pero que era tan vasto, que aun así parecía imposible alcanzar el límite. Sus irises oscuros estaban llenos de angustia; pero, por más atormentado que se sintiese, siempre contemplaba con docilidad el enorme y magnánimo lugar en donde descansaba el todopoderoso.

     Sí, podía ser enorme y magnánimo..., pero nunca respondía.

     En el pasado vivió siglos de guerra y hambruna, descendió hasta el trono del infierno y se transformó y distorsionó a través del tiempo, pero sabía que la sangre en sus venas era tan divina como impía, y que él era el más fuerte de entre sus hermanos. Una vez fue un refinado ángel de plata con el infortunio de ser desterrado hasta lo más profundo. Ahora, era un despiadado castigador, temido por los más puros y los más infames por igual... Pero al final, cuando se sentía perdido, sus ojos siempre viajaban hacia arriba para contemplar el éter al que una vez perteneció.

     Pero ahora, permanecía en quietud. Para él nunca hubo una respuesta. Para él nunca habría una respuesta.

     Cerró los ojos y plegó las enormes alas. Entonces cayó.

     El tiempo parecía ir más lento, pero el viento despeinaba raudo su cabello azabache. Abrió los ojos una vez más, abrazándose al calor en su pecho, que resplandecía con brazas furiosas en su interior. Exhaló como quien está dispuesto a rendirse y volvió la mirada a los iluminados edificios, que ya no parecían tan lejanos.

     Seguía cayendo.

     Un pecador como él estaba destinado a caer siempre. La primera vez descendió desde las enormes puertas plateadas y se sumió en el mortífero infierno. De la luz, directamente a la oscuridad. ¿Adónde iría a parar ahora?

     Exhaló una vez más con aire de finalidad y cerró los parpados perezosamente.

     —Detective Kim... —murmuró, paladeando cada letra.

     Aunque las palabras le resultaban más familiares que su propia piel, a sus oídos sonaban extrañas.

     No podía descifrar por qué se sentía tan arrepentido. Tan decepcionado.

     Por lo que hizo, por supuesto. Por lo que había estado haciendo todo el rato. Sin embargo, ahora que afrontaba las consecuencias, solo deseaba poder volver el tiempo para hacer las cosas bien.

The DevilDove le storie prendono vita. Scoprilo ora