Epílogo

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Cinco años después.

La luz era perfecta y le daba a la escena un toque especial, como en las antiguas películas de pocos colores. El ambiente también parecía querer colaborar y el arbusto de color verde brillante y pequeñas flores rojas puestas en racimos justo detrás de la banca que compartían mis musas parecían un marco natural que no podía ser mejor.

Debía corregir un par de líneas en mi boceto

-Louis, amor, ¿Puedes colocar a Isa más de frente? -pedí desde mi lugar sobre el césped, a dos metros de ellos con el papel sobre mis rodillas.

-¿Así, Harry? -pregunto mi esposo, acomodando mejor a nuestra hija sobre su regazo, los hermosos rizos de la pequeña Isabella centellaron dorados con la luz del sol. Nuestra hermosa hija era nuestro mayor orgullo, logramos hace más de dos años empezar a cumplir nuestro sueño de ser padres gracias a un vientre de alquiler, no fue fácil, pero a día de hoy cuando veo a mi hermosa hija, no me arrepiento de nada.

-Exactamente, están hermosos -dije maravillado. Louis sonrió y se acomodo un poco mejor su cabello

- ¡Apa! -habló Isa con su dulce voz, hacia pocos meses había empezado a hablar y ya sabía como ganarse el corazón de las personas fácilmente.

Sus ojos verdes tal como los míos se perdieron en el vuelo de una mariposa que sobrevolaba la escena en el momento en que comencé a corregir líneas con mi carboncillo sobre el papel que había llevado hasta allí.

Era un día precioso en el parque, Isabella había cumplido sus primer año, lo que quería decir que era más activa que su Lou y yo juntos, no podía quedarse en casa pues ya conocía a fondo cada rincón. Y, para variar un poco el escenario, decidimos dar un paseo por el parque e inmortalizar a la perfección de mis inspiraciones en otro dibujo. Mi madre se ocupó de enmarcar varios de los dibujos que venía haciendo de su nieta desde que ella nació, según ella mis creaciones capturaban más emociones que lo que haría la fotografía.

Perfeccioné la línea de la pequeña nariz de mi hija, borrando la anterior y marcando una menos pronunciada sobre mi trabajo, esfumé la sombra de sus mejillas, redondas y sonrosadas, de esas que te invitaban a pellizcarlas o darle besos, como ella prefería. Isabella se mantenía quieta sólo porque Louis se lo pedía y peinaba los bucles de su pelo con los dedos. Una escena verdaderamente adorable.

Desde mi puesto no podía evitar quedármele viendo, olvidando por momentos mi bosquejo a medio terminar.

Al observarlas, a mi esposo tan hermoso y delicado, con su cabello castaño y sus ojos azules brillando a la luz del sol, su piel suave y tersa; y a mi hija, mi niña, mi pequeña Isabella, nuestro mayor orgullo, sonriendo y haciendo de nuestras vidas un pedacito de cielo cuyo ángel era ella, me sentía más afortunado que aquel que se hubiera sacado la lotería, más afortunado que aquel que hubiera vuelto a ver luego de meses de letargo.

Y yo era más que el indicado para usar analogías como esa.

Parecía un momento de mi vida tan lejano cuando fijaba mi mirada en mis dos amores, en lo que había logrado, en lo que había ganado en tan poco tiempo, que resultaba casi imposible creer que mi camino había sido tan oscuro, tan opuesto a la escena que se reproducía frente a mí, colorida y llena de alegría.

Pensar que hay personas que pasan décadas antes de sentirse satisfechos con su vida, antes de decir 'Soy feliz', pero feliz de verdad, feliz con hechos tangibles. Y muchas otras que nunca habían conocido la felicidad por una u otra razón.

Y yo, simple estudiante de Medicina y paciente completamente recuperado de una operación que me hubo devuelto la vista, podía decirlo con todas las palabras: 'Soy feliz' y estaba agradecido por ello.

Habían pasado cinco años desde aquel día en que las flores blancas colgadas en una Iglesia me abrían la puerta al mundo del matrimonio y aún sentía las mariposas en mi estómago al fijarme en el hombre que me acompañaba todos los días como la primera vez que la había visto, vestido de blanco al fondo de una habitación pálida de hospital.

-¿Harry? -me habló Louis sacándome de mi ensoñación, enfoqué mi mirada en el y le sonreí -¿estás bien?

Mi esposo aún se preocupaba por posibles secuelas, no cambiaba más. Y no quería que lo hiciera.

-No -dije -, estoy más que bien.

El sonrió ampliamente y yo continué con mi dibujo. Ya no faltaba nada, sólo un par de líneas por aquí y por allá, un borrón por este lado y...

-Listo -musité dejando mi firma en la esquina inferior de la hoja.

-Quiero, quiero -exclamó Isabella intentando bajar del regazo de su padre, la bajó con una risita y le tomó la mano ayudándola a caminar hasta llegar juntos a mi lado.

-Te quedó hermoso, amor -habló Louis mirando las figuras estáticas que trataban de emular a las reales y perfectas. A el sentada sobre la banca blanca del parque, con sus ojos puestos en mí, una sonrisa y sus dedos entre el cabello de Isabella, nuestra hija posaba en las piernas de mi esposo, dulce y frágil como cristal, pequeña e inocente como un angelito sin alas-, como siempre -agregó.

-El dibujo no hubiera quedado perfecto de haber tenido otras musas, ustedes lo hacen hermoso -expliqué y Louis se inclinó para besarme.

-¡Apa! ¡Apa! -llamó Isabella tirando de mi ropa. Louis y yo nos separamos.

-¿Qué pasa, preciosa? -le hablé reteniendo la mano de mi esposo.

-Te quiero -musitó con su vocecita dulce y un apretón en el corazón hizo que derramara una lágrima.

-También yo, Isa -afirmé y extendí un brazo para que ella se refugiara en mi pecho.

-¿Acaso estoy pintado yo, señorita? -refunfuñó Louis a mi lado con los brazos cruzados y el ceño fruncido con fingido enojo. Isabella soltó una pequeña risita.

-¡Te quiero papi! -exclamó y se lanzó al cuello de Louis aún riéndose. Mi esposo la envolvió en sus brazos y le dio un beso en las ondas del pelo de nuestra hija.

-Gracias -le dije a Louis -sé que lo he dicho muchas veces pero lo cierto es que no sé cómo agradecerte lo que has hecho por mí en todo este tiempo. Me haces tan feliz que aún no creo estar viviendo esto -confesé.

Louis sonrió con los ojos vidriosos.

-¿Me amas? -me preguntó y casi me sentí ofendido.

-Con toda mi alma -aseguré -, y si es posible, cada día más.

-Con eso basta -susurró e Isa entre los brazos de su padre se cubrió los ojos al vernos besarnos.

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LUZ DE MEDIANOCHE [Larry Stylinson] {Adaptación} TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora