Capítulo 2: Reencuentro

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Amanece y yo sigo en las jaulas de los prisioneros que capturamos anoche del ejército de Tristan, voy interrogando uno por uno y van cayendo en mis juegos como moscas.

No pegué ojo en toda la noche; llevo varias horas sin dormir, pero mi cerebro se niega a descansar. Una sola palabra se ilumina en él; una palabra que me ha perseguido desde que vi a mis padres morir con solo diez años de edad; una palabra que evoca los demonios más violentos de mi ser y los incita a salir con hambre, con ganas de desmembrar, con sed de sangre; una palabra que hace rugir a las bestias y colma el aire con olor a muerte; esa palabra es Venganza, y es por lo único que vivo, que respiro, que me muevo.

Estos hombres me temen, lo veo en sus ojos. Tienen miedo de mi aura oscura y sanguinaria. 

Mi madre lloraría al ver que la niña dulce y sonriente que crió con tanto amor se haya convertido en este ser sádico y tenebroso. 

Papá alabaría mi fortaleza y seguridad, pero estoy segura que se creería el culpable de que la vida me catapultara a este extremo de dolor y rabia constante en el que vivo.

No es fácil ver la sangre correr del cuello de tu padre sin cuerpo por un asta enorme que se adorna con su cabeza. Observar esos ojos fríos, inertes, vacíos y sin vida, que reflejan la decepción y el temor que sintieron segundos antes del final. No, no lo es...

Tampoco es sencillo escuchar la voz rasgada de tu madre gritar desde una torre, mientras cae al vacío abrazada al cuerpo incinerado de tu amiga, sacrificando su vida en un intento por conservar la tuya.

Y me pregunto ¿qué vida es esta que se guía solo por un único sentimiento?

Nadie me enseñó a ser fuerte, la vida misma me obligó a adquirir fortaleza, pero dejó abierta la puerta para que saliera la inocencia, la luz y la bondad, y en su lugar entró la oscuridad que me habita y acompaña desde hace diez años.

Súa y Tana están junto a mí. Mis compañeras de batalla incansables. Mis únicas amigas y más fieles soldados. Los prisioneros las miran con pavor, acentuando la satisfacción sádica de mi interior con el miedo en sus rostros.

Entro a la quinta celda. Un hombre alto y delgado, aunque con los músculos justos que da un extremo entrenamiento militar, me mira atado al final de la pared. Ha sentido los gritos de sus compañeros toda la noche y sabe que con él no va a ser diferente.

Hoy estoy particularmente violenta y mis lobas se encuentran bastante hambrientas. La sangre que cubre su pelaje claro impacta en el sujeto de ojos cafés y estos amenazan con salírseles de las cuencas.

Buenos días, sargento. Linda mañana ¿no cree? digo con sarcasmo haciendo sudar frío a este hombre.

¿Qué hora es? pregunta casi en un susurro.

La hora del sargento digo con sorna. Me acerco y siento como tiembla. 

¿En serio estos hombres dirigen un ejército y tienen atemorizado a medio mundo?

Por favor no me hagas daño suplica haré lo que quieras.

Dime cual es el objetivo del ejército del rey en el bosquepregunto sin divagar.

No puedo responde es decir, no lo sé.

No me mienta, soldado, es un delito mentirle a la reina.

Su mirada de confusión captura mis ojos y casi puedo sentir las preguntas sin respuestas chocar en su cerebro.

Voy a volver a repetir la pregunta y esta vez espero una respuesta que me complazca más. ¿Cuál es el objetivo del ejército de Tristan en mis dominios? hablo más fuerte, pero trato de mantener la calma.

Reina Loba (Guerra de Poder I) (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora