Capítulo 20: Diversión, confusión y sombras

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Tristan

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Tristan

—Mi bella Kaia —rodeo la figura de la morena de ojos verdes que se encuentra de pie en medio de mi despacho —mi hermosa, peligrosa e indescifrable Kaia —me paro frente a ella y miro fijo a sus profundos y almendrados ojos verdes —estoy debatiéndome en este instante sobre qué hacer contigo. Y para que veas que soy un hombre caballeroso e indulgente, voy a dejar que seas tú quien escoja.

—No le tengo miedo, majestad —murmura con los dientes apretados, alzando el mentón y achinando los ojos con un gesto de odio claro en ellos. ¡Me encanta esto!

—¿No? —cuestiono con burla —Deberías. Soy un hombre bien peligroso, pequeña ave.

Se queda en silencio sin despegar sus ojos de los míos. Es una mujer realmente hermosa. 

Alta, delgada, con unas curvas exuberantes y unos pechos turgentes y redondos. Tiene el cabello negro como la más oscura noche, recogido en una larga trenza que le pasa por encima del hombro derecho, cayendo por el costado de su cuerpo hasta alcanzar sus caderas. Sus ojos color esmeralda me estudian gritando tantas cosas que su boca prefiere callar; y el tatuaje de la pluma en su brazo izquierdo resalta por sobre el color aceitunado de su piel. Indiscutible y peligrosamente hermosa.

—Veamos —continúo acercándome a ella y tomando su larga trenza entre mis dedos —puedo encadenarte al cepo dejando que los aldeanos te avienten aquello que les pase por la mente; puedo arrojarte al foso y hacerte luchar con cuanta criatura hambrienta se me ocurra; puedes, en su lugar, escoger la arena y luchar a muerte con mis mejores guerreros; o puedo simplemente encerrarte en una húmeda, oscura y asquerosa celda, y dejar que te pudras ahí dentro, haciendo desaparecer esa belleza hechizante que tienes cuando la locura y el hambre te hagan arrancarte pedazos de tu propia piel. ¿Qué va a ser, pequeña ave?

Sus ojos me miran con asco mientras su rostro se muestra impasible. Lo único que delata el impacto de mis palabras es la solitaria gota de sudor que resbala por su cuello, la cual me apresuro a atrapar con la punta de mi lengua, dejando que su sabor y olor se apoderen de mis sentidos, provocando una respuesta inmediata en mí.

Ella da dos pasos hacia atrás, privándome con ello de su cercanía y calor. Yergo mi cuerpo y la repaso con una sonrisa lasciva en el rostro que levanta media comisura de mis labios. No puedo negar que las mujeres como ella son mi debilidad. Si tan solo tuviera el cabello rojo, sería una perdición para mí.

—Máteme de una vez y acabemos con esto —pronuncia y sus labios se mueven de una forma lenta y sensual. Tal vez no sea su intención, pero no puede evitar proyectarse con tal magnetismo y feminidad, a pesar de la rudeza que intenta aparentar.

—¿Y acabar tan rápido con la diversión? Eso no funciona para mí. —Vuelvo a acercarme y ella retrocede, quedando atrapada entre mi cuerpo y el escritorio.

Mi pecho roza su nariz y alza la mirada clavándola nuevamente en la mía. Su respiración se acelera cuando paso delicadamente los dedos por su brazo derecho, desde el hombro hasta el dorso de la mano. La siento estremecerse bajo mi tacto. Si le pregunto me dirá que es por odio. Prefiero callar para que no tenga que mentirme.

Reina Loba (Guerra de Poder I) (COMPLETA)Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon