7. El principio del final

4 0 0
                                    

Capítulo 7

Los inexpresivos ojos mieles que nunca esperé ver nuevamente me observan sin expresión alguna.

—¿De qué tienes miedo Alexandra?

Mis ojos siguen clavados en mis pies y titubeo antes de responder.

—No lo sé, de mi, de él, de todos.

—¿Qué tan frecuentemente tienes estos episodios?

—Normalmente los puedo controlar;pero así de fuertes dos o tres veces al mes —respondo titubeante clavando al fin mis ojos en su familiar cara.

—¿Qué pasó esta vez que has decido venir a buscarme?

Siento como mis ojos se tornan llorosos cuando me preparo para relatarle lo ocurrido.

—Hice una estúpida cosa que me hizo perder el control y herí a Dylan— suelto entre dientes.

—No es tu culpa Alexandra, estabas teniendo un ataque de ansiedad tu cuerpo estaba muy alterado.

—¡Entonces dime!,  ¿cómo hago para curarme?, ¿cómo hago para dejar de sentirme como una estúpida todo el tiempo?, ¿cómo hago para dejar de sentir todo tiempo este asco?

—No estás enferma Alexandra , no hay nada que curar por qué no tienes alguna enfermedad, lo que te pasó no le debería pasar a nadie, no debes sentirte mal ni avergonzada porque tu mente reaccione como lo hace, lo estas intentando y mientras hayan ganas y esperanzas, hay vida. No podemos cambiar el pasado y tampoco podemos ignorarlo, solo podemos evitar que siga doliendo, podemos amarnos y amar. Nuestro cerebro es traicionero y a veces es adicto a las cosas que no nos hacen bien y solo tú puedes descubrir como vencerlo — hace una pausa para tomar aire —Pero una gran ayuda sería que me hagas caso y tomes las pastillas.

—Perdón— respondo cabizbaja, llevo mucho tiempo sin tomar las medicinas contra la ansiedad.

—No he terminado — suelta y prosigue — Alexandra, te puedo apostar todo lo que tengo que nadie te ve y siente asco, nadie de los que te conocen y saben tu historia te valoran menos, así que mírate en un espejo y mira la clase de persona que eres, valórate por las cosas que haces, por el amor que das, por cada abrazo, sonrisa, por cada momento de felicidad o de tristeza, por cada pequeña cosa que forma parte de estar vivo y cuando te veas te darás cuenta que sin importar el pasado, sin importar que tan bonito seas, sin importar tus errores, el dinero, o de dónde vienes, eres la persona más valiosa e importante de tu mundo, no nadie más, no deberías sentir asco ni vergüenza de ti.

Escucho sus palabras y las grabo en mi corazón,  sin embargo hay alguien que si siente asco por mi.

—Ashton — murmuro apenas audible.

—¿Ashton qué?

—Ashton siente asco de mi.

—Él no siente asco de ti —habla pausadamente — él siente asco de sí mismo y se ha dado por vencido, su forma de odiar a los demás solo dice cuanto se odia el mismo, Ashton trata de apagarte por que ve en ti lo que él no ha podido hacer.

—Entonces… ¿Por qué me da tanto miedo dejarlo?

—Algunas veces la costumbre es más fuerte que el amor.

»»»»»»»»»»»»»»»»»»»»»»»»»»»»»»»»»

Llego a casa con mejor ánimo después de hablar con mi psiquiatra, Emily, ella siempre me hace sentir así, la única razón por la que la dejé de frecuentar es porque sentía que tenía todo bajo control y aparentemente estaba equivocada.

—¿Dyl ? ¿Ander? — cuestiono en voz alta cuando abro la puerta de la casa caminando por el pasillo hasta la sala donde me recibe Cody moviendo su cola y brincando, su pesado cuerpo me hace tambalearme un poco hacia atrás.

—¡Hola mi amorrr!— le saludo poniendo mi voz más aguda de lo normal y agachándome para llenarle la preciosa carita de besos.

Me levanto y voy hacia la cocina por un vaso de agua, Cody me sigue, tiro mis llaves en la encimera donde encuentro una nota así que la tomo entre mis manos y la leo.

                    Andamos de putos,volveremos mañana.
                          Pd : Intenta no morir, te amamos : c

Pongo los ojos en blanco después de leer la estúpida nota y me giro para hablar con Cody que me mira con sus ojitos negros atento.

—Hoy solo somos tú y yo bebito, ¿qué te parece?

         Mi bebé mueve su colita en contestación.

—Vamos— chillo guiándolo hacia mi cuarto para luego tirarme en la cama sin ninguna clase de cuidado y Cody hace lo mismo, busco el control remoto sobre mi mesita y enciendo el televisor, tarde de películas con mi perro es el mejor plan.
 
Vamos por la mitad de la película cuando como si de un castigo divino se tratara las paredes empiezan a retumbar y el fuerte escándalo rebota en mis oídos, solo que esta vez es mil veces peor, cubro mis oídos con las palmas de mis manos para amortiguar el dolor de tímpanos y mi angelito que hace unos segundos estaba dormido tiene sus orejas y rabo hacia arriba en señal de alerta mientras suelta ladridos, ladridos que no puedo escuchar por el estúpido e insesable ruido. ¿Qué tan sordo hay que ser para que puedas estar con ese volumen?,  suelto un  bufido molesta, me pongo las pantuflas y  salgo como alma que lleva el diablo de mi habitación, ¡esos idiotas me van a escuchar!, atravieso rápidamente mi casa, abro la puerta y la tiro tras mi espalda furiosa y camino el estrecho espacio hasta la casa de los engendros del demonio, me coloco frente a su puerta y la toco lo más fuerte que puedo, la música aun sigue revotando en mis oídos haciéndome perder la paciencia, así que toco una…dos…tres…cuatro…cinco…seis a la séptima me doy cuenta que es inútil,  ¡ni yo misma puedo escuchar mis nudillos contra la puerta! Así que es imposible que los idiotas  escuchen.

Cierro los puños furiosa y me dedico a despotricar frente la puerta.

—¡idiotas!, ¿qué hice mal para tenerlos de vecinos?

—No, idiotas no, son unos… son unos demonios…son el mismísimo diablo.

— ¡Es que cuando los vea les voy a patear todo el trasero hasta que no se puedan sentar en una semana!—grito hacia la puerta, sé que ella es una víctima más pero dado que el ruido no cesa mi furia aumenta.

—¿De qué les sirve estar tan buenos si son tan idiotas? — grito  hacia la puerta y  justo en este momento se abre mostrándome al ojiazul con una gran sonrisa en la cara. El muy desgraciado me ha escuchado.

—¿Por qué tan enojada con la puerta niña?— grita por encima de la música y aún así apenas puedo entenderle.
-
—¡QUE APAGUES LA MÚSICA!

— ¡No te entiendo!

Voy  responderle de vuelta pero se gira y camina hacia dentro de la casa dejando la puerta abierta, pasan unos minutos y el ruido se detiene, después veo al engendro del demonio llamado Jake regresando.

—Ahora sí, es que no escuchaba tus chillidos por la música — habla dándome una sonrisa cínica — ¿Qué necesitas?

Respiro contando hasta diez para no matarlo, ¡es un cínico!

—Que le bajes a ese escándalo al que tu y los otros llaman música —escupo molesta —¿Puedes?- termino cruzando mis brazos bajo mi pecho.

Sus ojos azules viajan descaradamente hasta ahí y luego como si nada hasta mis ojos y puedo notar la diversión en sus los suyos, ¡él muy idiota ni siquiera me está tomando en serio! Moja su labio inferior con su lengua y no puedo evitar que mi mirada se dirija hasta ahí, sus labios son…

<< No,  Alexandra calma las hormonas>>

—No, no puedo, ¿algo más?

Lo fulmino con la mirada y el solo muerde su labio conteniendo la risa.

—Sí y que te devuelvas al infierno del que saliste junto con tus amigos por favor — le respondo con el mismo cinismo.

Él solo suelta una carcajada y su risa es ronca y estúpidamente sexy.

—Lo siento niña, en el infierno no aceptan devoluciones —me giña un ojo y luego cierra la puerta.

Canciones para Alex (En Edición)Where stories live. Discover now