11. Noviembre

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Taehyung está sentado en la cama de Jeon leyendo uno de sus cómics, esperando a que el chico tatuado salga del baño. Los dos irían juntos a cenar a cualquier lugar de comida chatarra. Cada sábado en la noche hacían eso sin falta desde que se habían vuelto más cercanos.

Cuando Jungkook sale, aún sin un suéter puesto, se coloca frente al armario buscando que ponerse y Taehyung no puede evitar mirar la espalda del chico, percatándose así de un gran detalle que hasta ahora había pasado desapercibido para él.

—¿Kook?

—¿Sí mi cielo?

—Ugh. Demasiado empalagoso.

—Por ti baby —lo mira guiñándole el ojo, para volver su atención al armario— bien ¿Qué me ibas a preguntar?

—Tienes una constelación.

—¿En mis ojos? No puede ser, ¿me dirás un piropo de los malazos que digo yo? Cielos, ¡qué emoción! —Dice dirigiéndole una mirada rápida a Taehyung y volviéndola a un suéter bastante abrigado que saca y se empieza a colocar.

Jungkook vagamente recuerda alguna vez haber pensado en Taehyung como una constelación. El castaño, por su parte, se pone de pie y se acerca a Jeon sin que este le preste demasiada atención.

—Aquí—, se acercó Taehyung, levantando un poco el suéter del peli negro dejando su espalda expuesta, otra vez. Jungkook no quería admitirlo, pero las acciones del castañito lo estaban poniendo nervioso —tienes tres lunares, alineados igual que Las Tres Marías, parte del Cinturón de Orion: Alnitak, Alnilam, y Mintaka—. Delineó desde arriba hacia abajo, uniendo cada lunar ubicados en la parte izquierda de su espalda.

Jungkook se estremeció un poco, casi estuvo a punto de cerrar sus ojos por el suave toque de los dedos del castaño sobre su piel expuesta, pero en cambio se giró para mirar a Taehyung. Su rostro estaba calmo, en comparación con él que sentía que su corazón latía con rapidez.

Sin embargo, lo que Jungkook desconocía era que Taehyung estaba igual de nervioso y con el corazón latiéndole más rápido, pero no se debía más que al miedo de que el peli negro lo  rechazara, no obstante, alejaba esos pensamientos rápidamente, pues Jeon muchas veces le había dicho que le gustaba.

Era inevitable y no lo querían admitir, pero a esas alturas era innegable que ambos, más que gustarse, estaban enamorados del otro.

—No sabía que eras un aficionado de la astronomía—. Jungkook lo tomó de la cintura.

—Sí... y también soy aficionado de tus lunares. —Mencionó con cierta inocencia, mientras hacía contacto visual, sus ojos casi brillando.

—¿A sí?

—Sí—, susurró Taehyung y continuó —aquí—señaló debajo del labio inferior de Jungkook—tienes la estrella de Belén, la más brillante. Este lunar me inspira.

Jungkook estaba embelesado, podría jurar que sus ojos brillaban. Taehyung le estaba mirando los labios, y el chico tatuado quería besarlo, por Dios que lo haría si el castaño no se alejaba.

Y aunque hacía tan solo unos segundos atrás estuvo nervioso, ahora su sistema nervioso, muy lejos de estar en pleno colapso, estaba en calma.

—Aquí—, empezó Jungkook señalando el lunar de la nariz del castaño, siguiéndole el juego —no conozco de astronomía, pero esta es la estrella más bonita—. Se acercó lo suficiente para dejar un besito esquimal, y Taehyung se sintió en calma, cerrando los ojos, disfrutando de la cercanía de Jungkook.

—Jungkook...

—Espera, aún no termino. La estrella en la línea inferior en tus pestañas—, continuó Jungkook rozando con su dedo índice ese lugar para luego deslizarlo hasta los labios del castaño —y el lunar de tu labio inferior. En tu rostro tienes la constelación más hermosa de todas: la constelación Taehyung. La constelación de la inocencia. Tu inocencia mi inspira—. Taehyung abre los ojos finalmente, su mirada se fija en la de Jungkook.

—Eso es muy original, casi me tienes Jeon—. Replica Taehyung absorto, colocando sus manos sobre los hombros del chico tatuado.

—Kim, después de pasar tanto tiempo contigo y verte casi todos los días, hoy por fin entendí que no tengo que esperar a la noche para ver las estrellas, —Jungkook se acerca sin dejar de mirar los labios ajenos— porque las puedo ver en tus ojos, en tu rostro, en ti—. Y ahora rozando sus narices, con sus respiraciones mezclándose Jungkook le dice: —Te voy a besar Taehyung.

Y Taehyung acata la petición, eliminando los milímetros que los separaban al mismo tiempo que Jungkook, sujetando el suéter del chico tatuado con ambas manos.

Ahora el peli negro le sostiene suavemente de la mejilla, sintiendo los labios del contrario encajar en los suyos en un beso húmedo, pero suave. Un beso con una confesión amorosa, pero silenciosa de ambas almas.

Así fue como aquella noche de noviembre decidieron no salir a cenar, en cambio hicieron algo de comer en la casa y pasaron lo que restó de la noche dándose mimos y besándose, para finalmente, terminar durmiendo juntos, con un Jungkook abrazando la cintura del castaño posesivamente, con la felicidad calentando su corazón pues Taehyung correspondía finalmente sus sentimientos. 


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