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Cirugía | Chris Evans
Parte: 1/1
—¡Hola, estoy en casa!— anunciaste una vez que llegaste al que podías llamar tu hogar.
No tenías más de tres años viviendo ahí, pero tu esposo y tú decidieron vivir en Boston, debido a que era lo mejor para ambos al tener sus trabajos establecidos en ese lugar.
Colgaste tu abrigo y dejaste tus llaves en la mesita del pasillo y al dar unos cuantos pasos escuchaste unas patitas correr por la escalera. Sabías que al llegar al primer piso esas patitas llegarían a tus piernas pidiendo amor.
—Hola, cariño— dijiste con la voz que considerabas algo tonta al darle mimos a tu hijo perruno.
Sabías que bastantes personas veían mal eso de tratar a un perro como a su propio hijo. Tú no lo hacías, pero a veces esa falta de tener niños en la casa que Chris y tú compartían hacía que tu instinto materno fuera hacia aquella mascota que habían rescatado hace no más de dos años.
—¿Cómo te fue amor?— y ahí estaba tu esposo cargando un plato repleto de fruta.
—Todo quedó perfecto— respondiste. Trabajas para Marvel, y los efectos especiales para la nueva serie de Loki por fin habían cesado con éxito.
—¿Por fin tendremos nuestro fin de semana para los dos?— ambos habían intentado tener unos días para estar solos, pero con sus trabajos era casi imposible.
—Soy toda suya, señor Evans.
—Ven aquí— él dejó a un lado su plato y se acercó para abrazarte con esos dos enormes brazos.
Empezaron a besarse, lo cual era terreno conocido y nada más que tranquilo. Solo que estos empezaron a subir de intensidad y con ello subieron las escaleras para poder llegar a su cuarto y poder decirse cuánto se habían extrañado, o algo así.
—Te amo, te amo— Chris tenía la manía de susurrar cualquier cosa durante el sexo. No te parecía nada malo, pues lo considerabas algo bonito cuando lo hacía en el momento adecuado pero cuando no, eso se vuelve algo divertido.
No llevaban ni la mitad de la camisa fuera para cuando ambos oyeron a Dodger chillar desde afuera de la habitación.
—¿Crees que esté bien?— preguntaste parando con los besos.
—Oh, vamos. Él solo quiere aprovecharse de la cama— sabías que decía la verdad, Dodger siempre trataba de adueñarse de su cama.
