Capítulo 12: Rota 1/2

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Satsuki atravesó las calles del pueblo con la rapidez que generaban el miedo y la desesperación. Nada la importaba más que llegar a su destino, todo lo demás era secundario. Chocó con un hombre en su frenética carrera y lo tiró al suelo sin inmutarse, girando en la esquina de la calle con la mirada puesta en un punto concreto, una marca de chakra que reconocía en cualquier situación. Era imposible no encontrar ese océano inagotable de energía que llevaba su novio dentro, la Uchiha solo tenía que centrarse en rastrear firmas de chakra cercanas hasta encontrar ese calor digno del mismísimo sol. El chakra de Naruto era único, cálido, y esa calidez la guiaba ahora. Pudo hallarlo en la última planta de un hotel cercano, sin la de ese pervertido de pelo blanco cerca (Satsuki iba a matarlo en cuanto lo encontrase) y, para su preocupación, junto a dos marcas tenues, muy tenues, de chakra. Podían ser dos civiles cualquiera, quizás el servicio de habitaciones del hotel... o algo MUCHÍSIMO peor...

Maldita sea, ¿por qué no se dio cuenta antes? ¿Por qué no hizo caso a su instinto? Ese día, cuando se levantó y retozó un poco en su cama en lugar de ponerse en marcha de inmediato, algo dentro de ella se lo recriminó. Y, a diferencia de las otras veces que lo había hecho esa semana, en las que sólo pensaba en cierto dobe y en qué estaría haciendo, a su mente vino un nombre que la hizo temblar. No debía de dejar el entrenamiento de lado, ÉL podría aparecer. Ni se atrevía a repetir su nombre, como si bastase decirlo tres veces ante un espejo para que hiciese acto de presencia. Sacudió su cabeza e ignoró ese temor... no podía vivir toda su vida con miedo, así nunca sería feliz. Ignoró esa anomalía y siguió haciendo su vida normal... estúpida, ESTÚPIDA. Ese nombre debía de causar en ella un inmediato estado de alerta, y era tan tonta que lo había ignorado. Había seguido con su plan de ese día, entrenar con su sensei en el uso del Sharingan, aprovechando que Naruto estaba fuera con Jiraiya por una misión y que Sakura iba a ser entrevistada para analizar su idoneidad para el cuerpo médico en un futuro; en lugar de armarse hasta los dientes y rastrear cada rincón de la aldea.

Perdió muchísimo tiempo esperando al Hatake en el campo 7... su instinto volvió a susurrar ese nombre, y ella volvió a negarlo para sí misma. Era ridículo temer por eso, temer porque ÉL tuviese algo que ver, ¿Qué tendría que ver Kakashi con él? Kakashi llegaba tarde porque era Kakashi y era un digno mentor del Usuratonkachi a efectos de informalidad. Se dijo a sí misma que el peliplata seguro se había quedado en casa leyendo ese libro porno que le regaló Jiraiya cuando vino a llevarse a Naruto... Kami santo, ese hombre hacia un mérito tras otro para ganarse su odio, antes le quita a Naruto (nunca, pero nunca NUNCA, aceptaría esto en público, pero la costaba dormir sin el dobe al lado...), ahora la hacía perder un tiempo de entrenamiento precioso por culpa de sus libros... La Uchiha se dirigió al hogar del Jōnin, como había hecho antes tantas veces, dispuesta a dejarle caer de nuevo que iba a acabar muriendo solo si seguía llegando tarde a los sitios... Pero, esta vez, era diferente. Y su instinto volvió a repetir ese nombre, todavía entre susurros, y ella siguió ignorándolo.

Se encontró la casa del Jōnincon muchísima más presencia de la habitual, la primera prueba real de que, quizás, su instinto estaba hablando con razón. Pudo ver a Maito Gai, muchísimo más callado que de costumbre... raro... A Asuma Sarutobi consolando a Kurenai Yuhi, también afectada... muy raro... y a un par más de Chunin y Jōninque no reconoció... Todos estaban demasiado ocupados intercambiando preocupaciones como para reparar en ella hasta que estuvo en la misma habitación que el Hatake. Su instinto gritó bien alto ahí, básicamente porque era la única persona del mundo que sufrió los síntomas que ahora mostraba su sensei. Esa mirada perdida, esos temblores, ese cuerpo tenso entre sudores fríos... Kakashi Hatake era un Jōninexcepcional, un shinobi de nivel Kage incluso... solo alguien MUY poderoso podría dejarlo en ese estado catatónico, cercano a la muerte. Su instinto se lo gritó con rabia, solo un nombre encajaba en esos requisitos, solo una técnica, solo un Dōjutsu, pero se quedó congelada. No, no podía ser, él no tenía razones para pasar por allí, la dijo que la esperaría, no que volvería a acabar el trabajo... y menos tan pronto... Kami santo, estaba tan aterrada que no podía ni preguntar su nombre para salir de dudas, ni tan siquiera cuando los Jōninallí presentes intentaron calmarla y sacarla de la habitación entre sospechosas miradas tensas...

Satsuki Shinden: Punto de no RetornoWhere stories live. Discover now