Extra

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—Jongdae, así no, tienes que acechar antes de lanzarte, —Chanyeol reprende a su hijo.

—Lo siento, pa, —responde algo avergonzado de haber provocado que el ciervo huyerá de ahí.

—Si sigues haciendo eso morirás de hambre en el futuro, —resopla negando con su cabeza, —vamos a intentarlo de nuevo, no regresaremos a casa hasta que logres cazar algo, —golpea el suelo con su pata delantera.

El lobo adolescente suspira pensando que otra vez moriría de hambre hasta la noche, el día anterior, el anterior y la semana anterior había pasado lo mismo; a duras penas ha podido cazar un triste ratón de campo al que le faltaban dos patas.

Jongdae no entendía porque era tan malo para cazar siendo que era un alfa y su padre uno de los mejores cazadores del pueblo. Su madre siempre le decía que esas cosas se lograban con esfuerzo y eso al principio lo motivo hasta que supo que su padre cazaba alces a la edad de catorce años y él ya tenía dieciséis.

Le desmotivó cuando sus dos de sus hermanos menores atraparon una liebre; eran niños y lo habían hecho jugando, ni siquiera se habían esforzado. Cómo tenían suficiente comida en casa dejaron ir al pequeño animal.

—No gruñas, los asustas, —Chanyeol le vuelve a regañar y le da un golpe en la cabeza con la pata. —A ver, mira como lo hago yo y hazlo así, —rueda los ojos para luego buscar con su mirada una presa.

Jongdae sobaba su cabeza con su pata mientras miraba al lobo más grande yendo a por un jabalí que pasaba por ahí, miro con atención cada uno de los movimientos de su padre hasta cuando tuvo en su hocico al pequeño animal que gritaba, luego lo dejo ir ya que solo lo había embocado.

Jongdae se sentía nervioso, era peor que cuando tenía que aprobar los exámenes del colegio porque sino su padre lo ponía a cortar leña y no le dejaba ver a Minseok; una vez reprobó porque precisamente había estado demasiado tiempo con el omega, nunca pensó que sus padres lo castigarían así.

El lobo joven trato de hacer lo mismo que su padre, como lo había venido haciendo por semanas, pero no pudo, el conejo se le escapó a penas trato de ir por él. Chanyeol solo negó con su cabeza decepcionado, el alfa menor quería ir al regazo de su madre para llorar porque se sentía inútil.

Regresaron a casa muy tarde en la noche, ambos estaban sudados, cansados y sucios. Jongdae se sentía incómodo porque pensaba que en cualquier momento su padre le gritaría, nunca antes le había insultado o golpeado a parte de los coscorrones en la cabeza, pero igual le tenía miedo siendo que aún no lograba cazar nada.

Al día siguiente Jongdae fue al colegio como de costumbre; sus hermanos menores iban detrás de él, eran cuatro, los trillizos estaban acabando la escuela y el otro recién la empezaba; sus padres tuvieron al pequeño luego y hace un año su madre había dado a luz un pequeño omega.

—Hermano, ¿Es verdad que pronto vivirás con Minseok? —pregunta su pequeña hermana.

—Bueno, aún falta un tiempo para que eso pase, —explica mientras caminan.

Jongdae suspira cuando piensa en que pronto tendrá que construir una casa para vivir con Minseok después, pero pensaba que posiblemente se iba a caer ya que sentía que todo hacia mal. Dejo a sus hermanos en la escuela y él fue al colegio.

Se suponía que aunque no trabajarán como cazadores, todos los alfas existentes en el mundo debían saberlo, de hecho era algo innato en ellos y sus padres alfas solo los guiaban, no les enseñaban de cero como a él.

Ni su madre o padre le obligaban trabajar en algo, él podía elegir lo que quisiera ser, pero pensaba que no era bueno en nada y eso le desanimaba. Se sentía un alfa patético, para rematar todo, era sumamente bajo, había heredado la altura de su madre, al menos era más alto que Minseok.

Maldición Deseada Where stories live. Discover now