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Caminabas por la noche sintiéndote libre, supongo que estabas emocionada por llegar al lugar donde habían quedado.
Por primera vez saldrías con Sanzu y estabas nerviosa, ¿lo consideraste eso como la primera cita?
Sanzu no, el creyó que su primera cita, aunque no lo hablaron fue la del hospital.
Todavía tiene encarnados los recuerdos de tu abrazándolo al final de la noche. Eras tan débil en sus brazos.
Te veías tan indefensa, tan vulnerable, tan necesitada de protección. Él te lo daría todo, todo lo que pidieras él lo conseguiría.
El calor de tu cuerpo en sus manos fue un recuerdo que permaneció en sus sueños, repitió tantas veces ese momento que lo termino distorsionando.
Necesitaba volver a revivir lo que paso.
Necesita más.
Sentada permanencias en las bancas que se encontraban afuera de la feria, mantenías tu cabeza baja tratando de calmar tus nervios. Te veías tan diminuta en ese momento.
Te vas a quemar si sigues ahí. No puedes decirle a nadie más, nadie te volverá a molestar.
A tu alrededor las personas caminaban sin importancia, solo una mirada rápida a ti y volvían a lo suyo. Eso te ponía más nerviosa.
Tú no lo sabías, entraste en el infierno y nadie te iba a escuchar. Solo Sanzu te iba a guiar.
Solo debes verlo a él.
No necesitas de nadie más.
La ropa que escogiste te quedaba tan bien, se veía tan bien en tu cuerpo. Contrastaba en un color perfecto contigo.
Nunca se imaginó poder verte así, pensó que no irían más allá de ese primer golpe que le diste cuando se conocieron, pero esto era mejor, estaba siendo tan buena la vida con él.
Se acercó a ti, también estaba nervioso, no imaginas cuanto pero estaba muy nervioso.
- Hola – dijiste cuando estuvo muy cerca de ti para que tú vieras sus zapatos y levantarás la vista.
- (T/N), hola – fue un gran paso, los nervios empezaban a consumirlo, estuvo practicando esto toda la noche anterior.
- ¿Entramos? – preguntaste aun dudando.
Creo que nadie te había invitado a salir y como era tu primera vez no sabías bien lo que debías hacer.
El asintió y empezaste a caminar.
Estabas experimentando eso que pasa cuando estás muy nerviosa, el corazón se acelera, las palmas de las manos sudan y tu cabeza no deja de darle vueltas al asunto.
Repites una y otra vez lo que quieres decir o hacer pero nada sale de tu boca. Es normal.
Después de un rato de recorrer los lugares no encontraron muchas cosas interesantes, solo puestos de juegos para niños y juegos que no parecían divertidos.
