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La pequeña brisa de aire revolotea el pasto, el sonido de las hojas de los árboles abundan en sus oídos y el ocaso se hace ver por todo el cielo. Nubes tintadas de colores y que traen una armonía casi perfecta.
El color del ambiente brilla en tus ojos de una forma majestuosa, la manera en la que hace fuego con tu mirada es tan embriagante para Haruchiyo que le hace pensar cada vez más que él es el único que quiere ver eso.
Simplemente siente que encontró el mejor tesoro del mundo. Y aún después de lo que pasaste sigue así.
Están acostados sobre una manta en una colina a las orillas de todo bullicio. Sanzu quiso traerte en una improvisada cita, consiguió una manta y algunos dulces y fue por ti antes de que entraras al trabajo. Prácticamente te saco del trabajo para traerte aquí con él.
Sus miradas se mantienen fijamente. Hay una sensación en ese momento que quema todo a su paso, todo desaparece lentamente y los sonidos de la naturaleza hacen una armonía liberando más oxitocina en el cerebro.
Plenamente diría que el amor crece más que el universo, como un agujero negro consumiendo todo a su paso.
Sus dedos se entrelazan delicadamente. Con mucho cuidado te acercas a él y llevas tu mano libre a su rostro recorriendo sus cicatrices delicadamente. Sientes una por una, deslizando tu tacto por cada marca, sintiendo la piel diferente. Él no te quita la mirada ni por un segundo. Te quiere tanto pero no puede evitar pensar en cuanto miedo hay detrás de eso.
Le aterra que alguien más te vea de la forma en la que él te ve a ti, no quiere que nadie te sienta o te vea, ellos podrían enamorarse de ti de la misma forma en la que él lo hizo.
Sonríes al ver cómo te mira directamente, eso lo sacas de sus pensamientos y se acerca más a ti.
– ¿Me quieres? – te pregunta recorriendo tus labios con su dedo pulgar.
– Lo hago Haruchiyo.
– ¿Sólo a mí? – agarra tu barbilla con fuerza manteniéndote firme.
– Sólo a ti – respondes.
Él sonríe ampliamente y se acerca a tus labios juntándose en un beso suave, delicado y hermoso.
– Eres sólo mía, solo veme a mí, solo a mí y todo estará bien reina – habla contra tu boca.
Pero la historia debe avanzar, solo te cuento los momentos bonitos y ahora vendrán los momentos importantes.
Tardes como esas se repitieron muchas veces, Sanzu amaba verte con los rayos tenues de sol chocar con tu cara al atardecer. Era la vista más hermosa que existe.
Aunque hubo algo que lo molesto últimamente, el hecho de que los hermanos Haitani le recordaban tanto, se burlaban de él y le decían que tú te veías con alguien más.
