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Pasado.

Cuando pudo calmar su respiración y dejar de llorar, se sentó en la orilla de la cama mientras sus ojos miraban un punto inespecifico en el piso.

Sentía su corazón dolido, abandonado y destrozado - una sensación de estar agonizando lentamente -, sus ojos ardían con ganas de volver a llorar, los apretó fuertemente para evitar que su debilidad y dolor siguieran saliendo de manera desesperada. No seguiría llorando, no servía de nada, Deku estaba seguramente en el avión justo ahora, y por más que llorara, no volvería corriendo a buscarlo, diciendo que no podía vivir sin él - aún si sabía que de los dos, el que no podía vivir sin él otro era Katsuki, una verdad silenciosa que no está dispuesto a admitir ante nadie-.

Salió de la habitación que pertenecía al peliverde, tomando en sus manos las cosas que quedaban regadas por allí para estrujarlas entre sus manos de manera protectora.

Iba tan perdido en sus pensamientos que no se había dado cuenta del momento en que llegó a su habitación ni cuando abrió la puerta viendo que sus amigos estaban allí - de apoyo, Izuku les había pedido que no lo dejaran solo; aún cuando no planeaban hacerlo, y explicó todo lo sucedido-. Los cuatro chicos intercambiaron miradas con la de él, vacía y desolada, con sus cosas aún en mano esperando en silencio a que hablara o llorara, lo que sucediera primero.

Suspiro, dejando caer los objetos al piso, entre ellos un suéter con gorro y orejas de osito.

- Se ha ido - tartamudeo. Pronto, estuvo rodeado de sus amigos en un abrazo algo apretado pero cálido. Se dejó hacer de cariños por ellos. Tan solo ese día.

Porque el día siguiente nadie, ni siquiera sus amigos, se encontraban preparados para la mejor y más desastriza era de Bakugou Katsuki.

...

Presente.

Se retorcía incansablemente entre las sábanas de su cama, incómodo y ansioso, conocía esta sensación que recorría continuamente su cuerpo, haciéndolo sentir al borde de un precipicio, y necesitaba calmarla.

Sus pensamientos se enredaban y su mente le jugaba mal ante una imagen más realista de la condición física actual de Izuku. Sus brazos fuertes, espalda ancha, su cintura y sus piernas, su abdomen y también cada facción de su cara, desde las pecas hasta la perfilada nariz y mandíbula. Simplemente era una imagen sacada de una fantasía que lo hacía reprocharse hacia él mismo, porque su imaginación nunca lograría evocar una imagen como la que recibió cuando vio a Izuku sin camisa ese día en el apartamento.

Su imaginación es más rápida al imaginarse ese escultural cuerpo con la parte inferior de su cuerpo al desnudo, y no tarda en guiar a sus manos para desvestirse.

«Estas cayendo de nuevo en sus manos» Le grita la conciencia.

En esas manos gruesas que podrían dejar su trasero rojo con todo el gusto. Susurra con estímulo su lado más animal e instintivo.

No lo está pensando detenidamente, solo quiere bajar su calor, porque desde que salió del apartamento tras la amenaza de Izuku no ha dejado de pensar en él. Se siente débil, y si tiene fuerza para algo es solo para sacar el consolador perfectamente oculto entre sus almohadas para empalarse de a poco. Puede sentirlo dentro, el frío plástico colisionando dentro de su cuerpo que parece estar hirviendo.

Y no está satisfecho.

- Hm, Deku~ - las palabras; más súplicas y ruegos que otra cosa, mueren entre esas cuatro paredes insonorizadas, sin que puedan llegar a la habitación de al lado, donde Eijirou duerme, ni a la del final del pasillo donde duerme Uraraka, quienes le han pedido una explicación debido a que desaparecio de la fiesta tan ebrio como un camionero (y sabe que de no ser por su apariencia delicada pasaría perfectamente como uno por su vocabulario)

Nuestro secreto | Dekukatsu | Terminada Where stories live. Discover now