XVI

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Daniel no quería ser como Melisa

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Daniel no quería ser como Melisa. No quería seguir dándole falsas ilusiones a alguien, cuando no estaba seguro de si podría corresponder de la misma forma. Además, la escena en la casa de Melisa, en la que por fin se dijo lo que llevaba semanas pendiente, y en cómo lo afectó, le dejó claro que todavía no estaba listo para entusiasmarse con alguien más.

Marta era una gran chica. Le atraía y sabía que cualquiera sería dichoso de tener su atención. Pero eso no era suficiente para llevar las cosas a la velocidad que ella esperaba. Daniel necesitaba más amistad para comprobar si le gustaba y activaba la calidez que hasta entonces solo Melisa despertó. Requería de tiempo para olvidar y sanar, lo que no resultaría con las expectativas plasmadas en los ojos de Marta. No podía con esa presión.

En cuanto la vio ingresar a la heladería, con esa blusa floreada y los labios pintados, su remordimiento se agrandó. Seguro creía que se trataba de una cita romántica y no de una reunión para frenar la cercanía que estaban teniendo.

El chico se puso de pie para recibirla con un beso en la mejilla, pero, en lugar de cumplir con su cometido, Marta lo sujetó con suavidad del mentón y juntó sus bocas por un instante. Después, limpió con el pulgar los restos del labial en Daniel y le sonrió. Sin embargo, por alguna razón la alegría no se reflejó en su mirada.

Ambos adolescentes tomaron asiento y los minutos siguientes los ocuparon decidiendo qué pedir. Ella no era como Melisa. Marta disfrutaba pidiendo sabores distintos en cada ocasión que iban y Daniel la imitaba para no buscar similitudes con sus salidas con la otra castaña. En verdad se esforzaba para que solo se tratara de ellos, no obstante, pese a sus intentos, la presencia de su amiga se colaba en su mente. Le respiraba en la nuca y le recordaba que todavía no se liberaba de esos sentimientos no correspondidos.

Era irónico que Daniel fuera a hacer lo que planeaba en el mismo sitio en el que Melisa le rompió el corazón al contarle sobre su noviazgo con Justin. Era un doloroso recuerdo y estaba por hacerle algo semejante a Marta. Pero no podía pensar en una mejor forma de hacerlo que con la ayuda del helado. Además, la unión de esos dos eventos a través del establecimiento sería un recordatorio de cómo a veces se es el que recibe el daño, y otras quien lo causa. Esa es la dinámica de la vida.

—¿Ya están listos para pedir? —preguntó la mujer joven que atendía.

Daniel dudaba poder volver a pisar ese sitio luego de eso. La heladería le agradaba menos desde lo ocurrido con Melisa, así que con eso acabaría de anotarla en su lista de lugares no visitables. Lamentablemente, las memorias se entrelazaban con los lugares en las que se forjaron.

Frambuesa, caramelo y menta serían los sabores de esa amarga cita. Esperaron por ellos sin profundizar en ningún tema específico, sino sonriéndose y comentando sobre las tareas que tendrían que entregar esa semana.

El pedido llegó y Daniel aguardó a que ambos tuvieran helado en su sistema antes de prepararse para la charla acomodándose en su asiento.

—Marta, te pedí que nos viéramos aquí porque te quería decir algo importante.

El día que Daniel entendió el amorWhere stories live. Discover now