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Yo nunca bebo, no me gusta el sabor ni la sensación de no ser dueña de mi cuerpo.

Pero no pude evitarlo, no cuando... El dolor no para, la sensación de calor en mi pecho y la falta de aire parecen un estado constante.

El vodka barato pasa por mi garganta como si fuese agua mientras camino por Osavia buscando un lugar donde sentirme segura, donde sentirme bien.

Es pleno día, nadie me ve dos veces.

No lloro, no puedo. Me siento entumecida. Mi cuerpo no reacciona, solo bebe y avanza buscando un lugar donde el dolor pare.

Pronto me doy cuenta que solo hay un lugar donde puedo sentirme así. 

Un Café al AtardecerWaar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu