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Un par de semanas después del "primer encuentro" (como me gusta llamarlo, pero a Nain le parece una referencia a una invasión alienígena), las cosas siguen igual.

Nain es todo lo bueno que hay en el mundo, es adorable y bueno, paso un muy buen rato con él dentro y fuera de la cama.

Lo quiero.

Y es el hecho de quererlo, de desearlo en mi vida y vernos en un futuro juntos lo que hace que cada día despierte nauseabunda. Muerta de miedo. Es lo que hace que cada vez que lo vea me pregunte si es muy tarde para irme.

Pero luego hablamos...

Nunca le digo mis problemas directamente, ni mis miedos, porque verlo triste de verdad es algo que me parte el alma, pero hablamos y él entiende, y es en esos momentos en los cuales el miedo parece disolverse de a poco.

Pero luego llega la noche y me quedo sola con mi mente traicionera.

Francisca no ha vuelto a pedirme que la visite.

Amanecer funciona perfectamente.

Tyler y Graham tienen una relación amistosa bastante extraña, pero divertida.

Y se acerca el cumpleaños de Nain.

Y sospecho que quiere llevarme a conocer a sus padres.

Y no sé si estoy lista.

Así que, en mi desesperación, recurro a una persona que no me juzgará, no hará preguntas innecesarias y que muy posiblemente olvidará todo lo que le diga.

—¿Cómo sé si estoy lista para conocer a mis suegros?

—Hola, primero que nada —Rick se cruza de brazos—. Estoy bien, gracias por preguntar.

—Barbie, no seas una perra —Le regaña su amiga Lena, quien le acompaña ese día—. Me encanta tu blusa, Bianca.

Lena es un sol de ser humano. Es reluciente en más de un sentido, dulce, buena y Dios... Adorable.

Es como un gatito.

—Gracias Lena —Miro a Rick—. ¿Cómo?

—¿Por qué debería saberlo?

—Cambias más de novia que de ropa interior —Recuerdo, obviando el punto que quiero señalar—. Debes tener algún consejo, eres básicamente un guía espiritual en este ámbito.

—Ella tiene un punto —Concede Lena.

Rick me mira unos segundos, meditativo y luego suspira.

De nuevo, soy bastante consciente de su atractivo. Tiene 18 (o 19, no estoy muy segura), y parece un modelo de Calvin Klein. No aparenta su edad, se ve como el tipo de chico que tus padres no te dejarían salir pero con el que lo harías de todas formas.

—Primero que nada, ¿Cuánto llevan saliendo?

—Cumplimos tres meses hace unos días —No agrego el "creo" que casi se me escapa, porque no estoy segura de que vaya a ayudarme.

—¿Lo quieres?

Sí, y eso me aterra.

—Sí.

—Ok, la interacción con los suegros siempre es un tema en las parejas nuevas, pero vamos a cubrir las bases —Toma un gesto serio—. Primero, muestra interés. Eso es importante frente a los padres.

Me pongo una nota mental.

—Segundo, tú tienes una personalidad un poco agria, sin ofender... —No me ofendo—. Y esa política tuya de no perder el tiempo es un poco extremista... Quizás puedas endulzar un poco tu carácter y no estar tan pendiente de la hora, eso es alarmante.

—Que no sea tan evidente —Interviene Lena, con dulzura—. Se busca naturalidad en el cambio, no una farsa evidente.

—¿Te pidió consejos a ti? —Le pregunta Rick, molesto por la intervención—. No, vino por mí.

—No seas celoso, Barbie —Rueda los ojos, divertida—. Además, no olvides que soy la analista de Cupido. Sé de estas cosas.

Durante un par de minutos me aconsejan concienzudamente en las formas de comportamiento que debería tener frente a ellos, que es básicamente cambiar pequeñas cosas en mí, pero no responden mi pregunta inicial.

¿Estoy lista para conocerlos?

Sé que no pueden ser horribles, criaron a un hombre maravilloso y eso solo habla de lo maravillosos que pueden llegar a ser sus padres.

Pero eso no significa que no sean horribles conmigo. Soy la primera novia que su hijo podría llevar a casa (porque aun no me lo pregunta), soy cuatro años menor, trabajo como camarera, nunca terminé mis estudios, solo tomé unos cursos en la universidad y eso no es suficiente.

Los tres miembros de esa familia tienes títulos, doctorados, y yo soy... Yo.

Y mi familia... Dios, no me avergonzaría jamás de Aline o de Atticus, ni de Tyler, o de mi abuela, pero mi madre...

—¿Cómo sé si estoy lista? —Interrumpo la tercera discusión que ambos rubios tienen—. ¿Cómo sé que soy suficiente y no...?

—Eres perfecta —Lena toma mi mano y le da un pequeño apretón—. Tal y como eres, no debes cambiar nada. No escuches nada de lo que decimos, no vale la pena. Ellos te adorarán por quien eres o no lo harán, y ese no es el fin del mundo. Punto.

Una chispa del miedo habitual se sitúa en la base de mi garganta.

—¿Cómo lo sé?

—Lo sabes porque sientes que es lo correcto —Rick toma mi otra mano y le da un pequeño apretón—. Porque sientes que te hará bien, a ti y a tu pareja, y que es un paso que estas lista para dar.

—¿Y si no estoy lista?

—No hay nada malo en ello —Me tranquiliza el rubio—. No se tiene que estar listo para todo siempre. No pierdes el tiempo por esperar, no le fallas a nadie, ni siquiera a ti, por postergar las cosas. ¿Comprendes eso?

Asiento con lentitud.

—Bien —Suelta mi mano y mira a Lena—. ¿Cuándo te volviste tan inteligente?

—¿Cuándo comenzaste a entender la psiquis femenina?

Los dejo discutiendo y vuelvo a mi lugar de trabajo, meditando sus palabras.

No soy perfecta, Lena se equivoca en eso, y Nain también. Pero Rick tiene razón en algo, no tengo porqué forzarme, no tengo porqué apurar el tiempo...

Si se siente correcto, se sentirá correcto y ya. Eso es suficiente. 

Un Café al AtardecerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora