8. Lencería

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"Adicción es encontrar el sexo salvaje y el amor cursi, en una misma persona"

Bakura subió las escaleras de dos en dos cuando perdió Ryou de visita. Había dejado un poco de margen entre ellos para no llamar la atención sobre ambos, pero el pequeño conejo se le había escabullido en un segundo.

Cuando llegó al próximo piso, un coro de arrullos y palabras superpuestas llamó su atención. Gruñó sin recato cuando encontró el origen del ruido. Ryou acorralado entre en grupo de chicas de su 'club de fans'.

Sin embargo, se detuvo un momento y observó. Ryou, como siempre, les estaba dando esa educada sonrisa ensayada, que realmente no se veía natural en él, no le llegaba a los ojos. No obstante, había una incomodidad inherente en el albino que nunca dejaba que se notara en situaciones como esta.
Incluso hubo el más breve ceño fruncido en su rostro, algo que nunca mostraba a las chicas cuando las rechazaba.

¿Puede ser que su conejito estuviera tan ansioso por un momento a solas como él?

—Chicas, de verdad estoy un poco ocupado ahora ¿Sí?

— ¡Podemos ayudarte! / ¡Sí, déjanos ayudar! / ¡Dinos qué necesitas.

A Bakura se le estaba acabando la paciencia pero sabía que Ryou no apreciaría que simplemente fuera a gritarle a todas esas locas que se esfumaran y lo dejarán en paz. Tal como estaban las cosas, Bakura no iba a arriesgarse a que su dulce Ryou se molestara con él.

Así que, tratando de darle una salida, sacó su teléfono de nuevo y lo llamó.

Ryou casi saltó ante la melodía que emitió su teléfono, Bakura incluso alcanzó a escuchar que no era la canción habitual que sabía que Ryou tenía para las llamadas ¿La había cambiado recientemente?

Sin siquiera ver la pantalla, Ryou levantó la mirada y sus ojos se conectaron. El menor asintió levemente con la cabeza y fingió tomar la llamada mientras Bakura colgaba —lo siento, debo atender esto —se disculpó con el grupo antes de empezar a hablar en inglés, retrocediendo unos pasos.

Las chicas se quejaron y desanimaron, molestas por perder la oportunidad de pasar tiempo con Ryou. Finalmente se retiraron, sin embargo, Ryou mantuvo su teléfono en mano mientras se acercaba a una puerta en particular.

Bakura avanzó hacia él, tan lentamente como su anticipación podía permitirle. Un pequeño puñado de estudiantes de primer año pasó a su lado para bajar por las escaleras mientras Ryou sacaba un llavero de su bolsillo.

Este era el pasillo de los salones que se usaban para los clubes, todos ellos cerrados hasta el primer descanso para evitar que los estudiantes los usaran para escapar de clases.

Ryou deslizó la llave en la cerradura y abrió la puerta cuando Bakura estuvo a solo dos pasos de su espalda. Sin cruzar palabras, ambos entraron.

El salón de artes. Por supuesto. Era el club al que Ryou pertenecía.

Bakura dio un paso más, dentro, y Ryou se dio la vuelta para recuperar las llaves y cerrar la puerta, luego de guardar su teléfono.

El mayor se movió hacia adelante y lo arrinconó contra dicha puerta, colocando ambas manos a los lados de sus hombros y presionándolo ligeramente con su pecho.

Ryou no se quejó.

—Se supone que ningún salón de club está abierto hasta el descanso —murmuró contra su oreja, inclinando la cabeza hacia su cabello suave y esponjoso.

Hubo una pequeña risilla —supongo que tiene sus ventajas ser un estudiante destacado y ayudar al profesor con los materiales y esas cosas —sacudió burlonamente las llaves antes de guardarlas en su mochila, la cual dejó caer al suelo sin ceremonias, antes de darse la vuelta entre los brazos de Bakura.

Fictober 2021Donde viven las historias. Descúbrelo ahora