14. Frente a la ventana

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Conteo de palabras: 453

~∆~

Cuando Ryou se queda sin nada que hacer, cuando no hay nada más que lo distraiga, él va a su habitación y se sienta en el alféizar de su ventana.

Ryou se sienta allí, y mira a través del cristal.

A veces, mira más allá de la ventana, como la vida en la ciudad sigue su curso en las calles de Dominó.

A veces, solo puede ver su reflejo en el cristal.

A veces, no mira nada de eso. A veces él simplemente ve más allá.

Y piensa en tantas cosas que salieron mal cuando era un niño.
Piensa en su tesoro. Ese que, aunque le ha causado mil y una angustias, sigue fielmente colgando de su cuello, sintiéndose tibio por momentos.

Ryou piensa en los amigos que hizo. En los espacios en blanco en su mente que más tarde tuvieron una explicación.
Piensa en los pequeños momentos que nadie más que él y el espíritu saben que existieron.

Piensa en el frágil vínculo que alguna vez los unió.

Ryou se sienta frente a la ventana y juega con su amada sortija del milenio.

Más tarde. Mucho más tarde, se reunirá con Yugi y Malik. Lejos de la pandilla y lejos de hermanos entrometidos. Hablarán y toerizarán sobre por qué y cómo los artículos del milenio volvieron a sus manos cuando se supone que todo ha terminado, que la magia y sus respectivos espíritus los habían abandonado.

Sí. Más tarde.

Por ahora. Ryou se sienta frente a la ventana y disfruta de la sensación de su tesoro de vuelta en sus manos.
En realidad, Ryou siempre supo que su sortija volvería. Siempre lo hace. Nunca antes ha dejado que nada lo aleje de Ryou por demasiado tiempo y esta vez no sería la excepción.

Ryou sabe mejor que nadie, incluso que el mismísimo faraón, lo terco que es su yami. Y que nadie, excepto él mismo, lo alejara de 'su pequeña luz'.

A Ryou no le importa.
Nada le importa siempre que Bakura vuelva.
Ha pasado más tiempo de lo habitual y lo extraña.
Pero Ryou sabe que volverá.
Bakura siempre vuelve.

Quizás, la próxima vez que no tenga nada que hacer, en vez de sentarse frente a la ventana, Ryou se recostará en su cama, envuelto en los brazos y el aura sombría de su espíritu por igual. Dejará que las sombras que tanto extraña, lo cubran como una manta y lo arrullen hacia una paz que solo Bakura es capaz de darle, por increíble que parezca. A cambio, acariciará a su espíritu con su propia aura, le permitirá confortarse y calentarse en su luz, y lo adorará en silencio como a un dios. Porque él es, y siempre será, su hogar.

Fictober 2021Donde viven las historias. Descúbrelo ahora