He transmigrado como la princesa de un poderoso reino, tengo padres amorosos, el mejor hermano del mundo y llevo una vida grandiosa siendo parte de la realeza, realmente adoro estar en este lugar desconocido pero que aún así me es familiar.
Un seg...
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Luego de aquel extraño desayuno, había regresado a mis aposentos, eso significaba un avance y si la situación mejoraba trataría de hacer que Claude organizara un banquete para mi presentación oficial delante de los nobles, era mejor mantenerlos de mi lado, igual podría tratar de hacer conexiones con damas de la alta sociedad, así estaría al tanto de todo lo que podría ocurrir. No era muy difícil, aceptar y dar sonrisas falsas, presumir el estatus y cuidar mis palabras, más o menos así funcionaban las cosas.
Suelto un suspiro dejando la pluma a un lado, me encontraba escribiendo los sucesos importantes de la novela para así no poder olvidarlos, pues la verdad era que muy despistada en algunos casos y mi memoria solía fallar a veces. Lo que más me preocupaba era la existencia de Jeanette, si dejaba que se acercara a Claude lo envenenaría con magia negra.
Por otro lado pensaba en Athanasia, esa princesa desafortunada que no consiguió el amor de su padre, su situación era triste sí, pero en vez de pensar en arreglar los asuntos de los demás debía priorizar los míos, mi principal meta era mantener mi estatus y no dejar que Diana me arrebatara el lugar, puede sonar ambiciosa pero soy la emperatriz y debo marcar mi territorio. Tal vez ella obtendría el amor de Claude, pero como una simple bailarina parecía casi imposible que llegara a convertirse en madre de Obelia, además que se supone que esto era un matrimonio político y no sería fácil romperlo.
Si Obelia rompía el acuerdo con Esiquio, ya no recibirían el poder divino, eso incluía retirar los sacerdotes y evitar que la santa visite el imperio, lo que los llevaría a una "era oscura", como ocurrió con el antiguo emperador. Por otro lado, ellos también podrían invadir el reino y acabar con todos, incluyendo la familia real.
Todo era tan complicado.
«¿¡Porqué no transmigré en una sirvienta!?»
Apoyé mi cabeza sobre el escritorio lleno de papeles con una mucea de estrés, mi cabeza comenzaría a doler si no me calmaba, podía parecer exagerado pero parte de Esiquio dependía de mis acciones y de cómo manejaría a Claude.
━ Majestad, he traído el té ━ Avisa Alicia del otro lado de la puerta, inmediatamente levanto mi cabeza y acomodo mi cabello tratando de recuperar la compostura
━ Adelante ━ Ordené aparentando que no iba a sufrir un colapso nervioso con toda la situación
Una taza de té Oolong ayudaría a calmar mis nervios y pensar mejor, pues en la tarde iría a tomar el té con Claude y debía aprovechar la oportunidad.
La puerta es abierta e ingresa Alicia con su traje habitual de mucama y una expresión neutra a paso lento, se detiene frente a mi dejando el té sobre la mesa y después hace una reverencia.
Inmediatamente tomo la taza inhalando el suave aroma, debido a que la relación entre Esiquio y Obelia había mejorado la exportación no había demorado nada y al tratarse de un pedido de la mismísima emperatriz lo hicieron de la forma más eficiente y rápida posible, por eso podía disfrutar de esta deliciosa bebida.
