Capítulo 54: Razones suficientes

14 4 4
                                    

Estuve con Enrique lo que quedaba de tarde y me fui a mi casa, al día siguiente le dije a Enrique que iba a hablar con Hector para pedirle disculpas por haberme ido así sin más.

Pero cuando llegué a su casa él no estaba, Ismael me dijo que se había ido y que llevaba todo el día sin dar señales, entonces volví a aquel bar.

Y me encontré con Héctor.

—¿Me vas a explicar porque ayer saliste del bar corriendo sin avisar? —llevaba el rostro serio.

—Nos vio Enrique jugando en el bar, y tuve que ir tras él —le intente explicar lo que ocurría.

—¿Es un poco celoso tu novio no? —le empezó a cambiar la cara.

—No soporta verme con otros chicos, con Ismael hace tiempo le pasó lo mismo —iba suspirando un poco intentando sacar todo.

—¿Puede que tenga relación tu novio con el laberinto ese que me contaste? —Hector sacaba sus hipótesis él solo.

—No, no tienen nada que ver una cosa con la otra, el laberinto no te lo puedo contar pero tiene que ver con una especie de misión que tengo que hacer. —le explicaba sin dar ningún detalle de la misión.

—¿Cómo salvar el mundo o algo así? —preguntó entre risas.

—Más o menos, algo así —me reí yo también quitándole importancia al asunto.

—¿Vamos a terminar la partida que empezamos? —me volvió a retar.

Y empezamos a jugar, jugamos unas cuantas partidas pero no se resolvió para nadie, había una partida pendiente que tendríamos que jugar otro día.

—¿Quieres que te acompañe a tu casa? —se ofreció.

Yo acepte y nos fuimos en dirección mi casa cuando llevamos la mitad del camino nos encontramos con dos chicos que parecían conocer a Hector.

—Qué tal Hector, ¿tu nueva novia? —preguntaron entre risas.

—No es mi novia, es una amiga —lo dijo mientras se ponía rojo.

Ellos enseguida continuaron por su camino y nosotros por el nuestro.

—Personales, es que están  en una edad muy mala y parecen imbéciles —confesó con la cabeza agachada.

—No pasa nada, todos hemos hecho alguna vez eso —le quite importancia a lo sucedido ya que era una tontería.

—¿Y desde cuando llevas saliendo con Enrique? —me pregunto sin venir a cuento.

—Nunca me lo pidió, pero un día me beso y desde ese día empezamos a salir juntos, pero desde hace unas semanas solo —realmente en ese momento pensé detenidamente que en apenas semanas me ha cambiado la vida muchísimo.

De ser una persona que iba a estudiar y del instituto a casa, a como esta mi vida ahora. Llegamos a mi casa, me dio dos besos en la mejilla y se fue para su casa yo subí al apartamento, pero antes de entrar por la puerta que me llevaba a mi mundo, no pude evitar ver el salón de aquella explosión. Eso hizo que recordase de nuevo aquella explosión. Pero duró unos segundo y ya regresé a mi casa.

El laberinto de Catherine Ross[©]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora