Capítulo 10

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"Colonizándolo todo, llegando a mí cada vez que lloro, haciendo ecos con todas tus risas en las paredes de mi habitación".

CAPÍTULO 10

La vida en el pueblo comenzaba a despertar, los hombres se alistaban para ir a trabajar a los campos mientras las mujeres se ponían en marcha para acompañarlos o comenzar a ordeñar las vacas, recoger huevos o alimentar a los niños, a lo lejos podían escucharse los perros ladrando y eso alteraba a los pájaros haciendo que comenzaran a planear en el cielo antes del amanecer.

El reloj biológico de Gulf lo hizo abrir los ojos a las seis menos cuarto, la noche estaba en su punto más oscuro anunciando que pronto amanecería, debía darse prisa si pretendía captar los primeros rayos del sol en su cámara. Intentó moverse y no pudo hacerlo.

El brazo de Mew caía laxo sobre su torso y se enroscaba en su cintura de modo que quedaba pegado completamente a su cuerpo, lo abrazaba como si se tratara de un niño que había tenido una pesadilla y buscara refugio, parecía no estar dispuesto a soltarlo. Sentía su aliento golpearle la nuca con cada respiración lenta y tranquila, estaba profundamente dormido. Quiso deslizarse sobre la sábana para moverlo lo menos posible al incorporarse, pero fue atrapado en el acto.

—Mmm ¿a dónde vas? —Lo escuchó adormilado mientras sacaba un pie fuera de la cobija.

—Tengo que ir al baño —se sacudió un poco para librarse del agarre y vaciar su vejiga antes de parecer un anciano de ochenta con problemas de incontinencia.

Mew hizo un mohín atrayéndolo más a su cuerpo y negó con la nariz pegada a su espalda, como si le dijera que no escaparía de sus manos. A pesar de lo fría que estaba la noche su cuerpo comenzaba a sentir calor por la cercanía, por el tacto y quizá un poco también por los nervios que despertaba el chico que dormía junto a él.

Hacía solo unas horas atrás Gulf se había entregado completamente a él y no estaba seguro de cómo debía comportarse después de eso. Tampoco sabía cómo hacer que volviera a pasar sin tener que pedírselo explícitamente. En su interior nacía el deseo de acariciarlo, de ser tan meloso con él que lograra alguna muestra de cariño de vuelta, de la misma intensidad de ser posible.  Decidió que esperaría su reacción para darle luz verde a sus instintos, si es que él decidía quedarse un día más.

—No quiero soltarte, estoy muy cómodo así.

—Pero tengo que ir. ¿O irás tú al baño por mí?

Asintió dejándole un descuidado beso en el hombro y volvió a cerrar los ojos.

—Sí, ya iremos juntos... después.

Gulf negó con una sonrisa y se zafó de sus brazos asegurándose de dejar una almohada como su remplazo. Caminó al baño mientras lo escuchaba quejarse por haberlo abandonado.

A pesar del escaso tiempo que habían pasado juntos ambos sentían que su convivencia era propia de aquellas parejas que llevan tiempo añejando la confianza y el amor. Porque por más que lo pensara y por más peros que cupieran en la ecuación, Gulf seguía pensando que un futuro juntos no era tan descabellado, la idea de compartir sus mañanas con él le gustaba.

Luego de salir del baño caminó hasta el ropero de donde sacó una chaqueta y sus converse negros. Buscaba a tientas con la mano en la espalda el hueco de la manga para terminar de ponérsela.

—¿Te vas?

—Tengo que salir un momento —susurró encontrando el hueco y metiendo todo el brazo—. Vuelve a dormir.

—¿Qué hora es?

—Son casi las seis, es temprano.

—¿Y a dónde vas a esta hora? ¿Pasó algo?

Lunas de octubreWhere stories live. Discover now