[58] No puedes engañar a Dios

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Dios sabe cuando la gente es falsa; se da cuenta cuando la gente actúa mal.

–Job 11:11–

Capítulo 58: No puedes engañar a Dios.

Antonieta escribía en su libreta de apuntes las cosas más relevantes que pudo detallar en el capítulo once del libro de Job. Era su momento de lectura, y como de costumbre resaltaba en sus apuntes lo que más le llamó la atención para luego colocarse a meditar. La chica no podía sacarse de su mente a Uziel, pero la lectura de la biblia la ayudó a que sus pensamientos únicamente se centraran en lo que el capítulo once del libro de Job explicaba.

Dios sabe cuando la gente es falsa; se da cuenta cuando la gente actúa mal.

Dicho versículo fue el que le llamó más la atención a Antonieta, poniéndola incluso a pensar nuevamente en Uziel. La chica pudo recordar nuevamente el momento cuando Uziel habló con ella con toda sinceridad acerca de las primeras intenciones que él tenía hacia ella. Los ojos del chico no ocultaban nada malo, simplemente reflejaban la clara verdad de sus palabras.

Bianca y Benjamín piensan que Uziel no ha cambiado nada, para ellos sigue siendo el mismo de antes. De hecho ni creen en el cambio que ha tenido Uziel con respecto a su nuevo estilo de vida que él mismo decidió por tener.

—Yo sí creo en el cambio de Uziel —confesó Antonieta al cerrar la biblia para luego mirar hacia el techo de su cuarto —. Para tí no hay nada oculto, Padre. Tú muy bien conoces el corazón de las personas, y el corazón de Uziel no es nuevo para ti. Bien sabes si él está mintiendo y actuando mal o está siendo muy sincero en sus actitudes.

—¡Antonieta! —exclamó Franceli desde el otro lado de la puerta —¿Puedo pasar?

—Sí, adelante.

Franceli logró abrir la puerta y luego se adentró a la habitación de su hermana mostrando una amplia sonrisa en su rostro. Antonieta por otro lado se estaba acomodando mejor en su cama para recibir a su hermana, quien al cerrar la puerta caminó hacia la cama para sentarse.

—¿Por qué vienes tan sonriente? —preguntó Antonieta.

—No me has dicho cómo te fue hoy con Uziel después del cambio de vida que él decidió tener.

—Pues bien.

—¿Bien? ¿Nada más eso?

—Franceli...

—¿Hasta cuándo vas a seguir negando lo que sientes por él, Antonieta? De hecho deberías de estar más contenta que nunca porque el muchacho que te gusta decidió seguir a Jesús.

—¿Qué te hace pensar que me gusta Uziel?

—El brillo de tus ojos te delata, y también la sonrisa que logras irradiar cada vez que hablamos de él.

Antonieta frunció su ceño y luego no pudo negarse a sonreír, logrando que su hermana sonriera aún más.

—A eso me refiero —afirmó Franceli —. ¿Por qué no lo aceptas, Antonieta?

—Está bien, no te lo niego más —dijo Antonieta al levantar sus manos para luego suspirar profundo y sonreír aún más —. Me gusta Uziel.

—¡Lo sabía! —chilló Franceli al momento de hacerle unas cosquillas a su hermana en su estómago —. ¿Y cuándo piensas ser su novia? Tengo entendido que él sí quiere tener algo contigo.

—Quiero esperar un poco, Franceli. No quiero que Uziel piense que yo estaba esperando que él siguiera a Jesús para rápidamente hacerme novia de él, me veré como una desesperada. Uziel me ha gustado desde antes que él aceptara a Jesús en su corazón, pero habían ciertas cosas en las que no estábamos de acuerdo, logrando así que hubiera una cierta distancia entre nosotros.

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