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— ¿P-por qué pides eso?— preguntó cuándo pudo recuperarse de la impresión. Esperaba que Jack se soltará a reír y le dijera que se trataba de una broma, pero él no lo hizo. En su lugar sonrió de esa manera tan enloquecedora. Malik sintió cosquillas en el estómago. —No bromees así.

—No lo hago. De hecho estoy siendo más serio que nunca, Malik. Quiero besarte, lo he querido por mucho jodido tiempo.

—Pero...— apostaba a qué estaba ruborizado hasta la punta de las orejas. Lo bueno es que combinaba con los colores otoñales. —¿por qué?

—Oh, no lo sé. Porque tienes una boca tentadora, porque me gustas, porque hay algo en ti que me ha llamado desde la primera vez que te ví.

—¿Te refieres a cuando te apareciste frente a mi en aquel supermercado?—

Constantemente pensaba en la manera en que se conocieron. Había sido tan extraño y en realidad Jack nunca le respondió directamente por qué lo había elegido precisamente a él. Cada vez que lo había cuestionado en el pasado, el mayor salía con algún tipo de evasiva.

—No— Jack elevó una mano y lo tomó suavemente de la barbilla— en realidad te ví por primera vez un par de años antes. Recuerdo pasear por la ciudad en la que vivías con tu madre. Me sentía hastiado de todo, cansado de una existencia infinita que se volvía aburrida. Y de pronto ahí estaba este chico con un espeso y rebelde cabello rubio, colgando decoraciones en el frente de su casa. Te ví subir a un banco de madera y supe casi al instante que ibas a caerte.

Sus ojos se abrieron una fracción porque sabía a qué momento se refería. Había estado tan entusiasmado ese año que no dudó en colgar decoraciones por todos lados. Además tenía estás guirnaldas nuevas, que eran calabacitas y dulces intercalados. Quería colgarlas en el porche, para que fueran visibles. El banco al que se subió tenía una pata maltrecha, inevitablemente se volcó cuando se paró muy cerca del borde; había gritado por supuesto, cerrado los ojos con fuerza, listo para sentir el golpe contra el suelo. Lo que nunca llegó, porque de alguna manera fue como si una fuerza invisible evitara su caída.

—¡Fuiste tú!— observó los ojos avellanados del mayor— Evitaste que me estrellara contra el suelo.

—No podía dejar que tu encantador ser se lastimara ¿Verdad?

Se mordió el labio inferior de nuevo. Jack siguió el movimiento, sus ojos oscureciéndose un poco. Ahí estaba de nuevo esa sensación en su pecho, cálido, acogedor y vibrante. Ahora empezaba a darse cuenta que sucedía casi siempre que estaba cerca de Jack o cuando pensaba mucho en él.

—¿Por qué me elegiste a mi de entre todas las personas, Jack?

—No hay una razón en específico— el mayor se acercó un poco más, dejando que su aliento se mezclara con el de Malik. Olía a menta y chocolate. —al principio fue por tu entusiasmo. Digo, eras prácticamente un adulto y seguías actuando como un niño emocionado cuando de Halloween se trataba. También fue porque me enteré de que cuando era más joven nunca pudiste disfrutar de la celebración como todos los demás, el asma no te lo permitió.

Eso era verdad. Nunca pudo salir la noche de Halloween en busca de dulces porque el viento helado le hacía mal. Además cuando era pequeño su madre solía trabajar mucho, a veces de noche y no podía acompañarlo a buscar dulces. No le quedaba más que permanecer en casa, viendo por la ventana a los demás niños salir con sus disfraces y volver con cestas y bolsas llenas de lo que habían recolectado. Cuando creció un poco más tampoco pudo disfrutarlo, su enfermedad se intensificó y de cierta manera lo aisló un poco. No solían invitarlo a las fiestas de la secundaria y la preparatoria. En cuanto a los bailes que organizaba la escuela, no eran tan divertidos si no tenía una pareja o amigos con los cuales reunirse; y por último, su tiempo libre escaseó cuando empezó a trabajar.

¿Dulce, truco...o Jack?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora