Capitulo 37

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Kohaku llevaba rato observándola detenidamente... Al regresar a su hogar temporal, se encontró con el muchacho en la entrada. Su mirada era desesperada, y no tardó en abalanzarse sobre ella y hacerle miles de preguntas con respecto a dónde había estado. A las cuales prefirió no dar ningún detalle.

"Necesitaba salir sola", fue lo único que dijo.

Su amigo la abrazó a manera de compresión y se regañó a sí mismo por estar siendo demasiado intenso con ella. Pero la verdad era que le preocupaba que algo le pasará, aún no habían encontrado a su padrastro y temía que ese hombre pudiera estar acechando.

Rin se sintió terrible por mentir. Aunque técnicamente no había mentido, si era cierto que necesitaba salir sola y... Su rostro se sonrojó de repente al recordar lo que verdaderamente había estado haciendo. No pudo evitar sentirse completamente apenada, pero es que eso no era algo que hubiese planeado. En verdad ella no se esperaba que las cosas terminarán de esa forma... Suspiró resignada. ¿A quién engañaba? Claro que quería.

—¿Qué tienes, Rin?, ¿Te sientes mal? —preguntaba, Kohaku. Su voz era alarmada.

Inmediatamente, comenzó a agitar sus manos en un gesto de completa negación, como si de esa manera pudiese borrar cualquier idea que su amigo se estuviese haciendo... ¿Kohaku no podía leer su mente, cierto? No, claro que no. —Rin —el muchacho había pronunciado su nombre. Su tono fue autoritario y en ese justo momento todo movimiento cesó. 

Su amiga estaba actuando raro y eso le preocupaba. Aunque entendía que ella necesitaba tener algo de espacio, había algo en su interior que no le daba un buen presentimiento con respecto a su salida y ahora ver el estado ansioso en el que se encontraba no hacía otra cosa que confirmárselo. Tal vez eran solo ideas suyas y estaba exagerando, pero necesitaba saberlo. Camino hacía ella y se inclinó lo suficiente para estar a su altura, y así poder inspeccionarla mejor. —¿Qué ocurre con tu cara?, ¿Por qué estás tan roja? —indagó.

El aire pareció detenerse y no alcanzaba a llegar a sus pulmones. No podía ser posible, ¿Su amigo lo sabía? ¡No! Retrocedió un paso y dio media vuelta, mientras corría de manera desesperada. —Tengo calor —decía apresurada. —S-solo... Necesito darme un baño —añadió perdiéndose de la vista del muchacho.

—¿Calor? —se quedó de pie repitiendo sus palabras. ¿De qué estaba hablando? Si más bien estaba haciendo frío. O era qué... Sus ojos se abrieron ante el posible descubrimiento. ¿Acaso su amiga se había enfermado? Si era así, necesitaba hacer algo. Rápidamente, se puso en marcha y fue en busca de alguna medicina que pudiese ayudarla...
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La ducha había sido relajante. El agua que bajaba por su espalda la pudo percibir como caricias. Aunque éstas no eran tan suaves y exquisitas como las que había recibido en ésa tarde. Se lanzó en su cama, sintiéndose como en una nube. No era necesario cerrar sus ojos para imaginarlo. Podía ver su imagen claramente, como si el tiempo retrocediera y estuviese nuevamente a su lado.

—Es tarde, debo regresar —le dijo en aquel momento aunque realmente irse era lo menos que quería.

—Aún no —le contestó él, besándola una vez más.

Sin poder contenerlo hundió su cabeza en la almohada, mientras pataleaba con profunda emoción. Se sentía tan, pero tan... —¡Aahh! —su grito amortiguado no explicaba su sentir, porque simplemente no tenía una manera de explicarlo. Lo que experimentaba era tan fuerte y profundo que no cabía en simples palabras.

Y tal como se lo había expresado en ese día, ella lo amaba. Sí, lo amaba. Con todo lo que amarlo implicaba. Las dudas ya no tenían cabida en su ser, a todas y a cada una de sus inquietudes las había mandado muy lejos porque lo que ambos sentían era tan grande, que no quedaba espacio para temores.

LA CHICA DE LA SONRISA ALEGRE | SESSHRINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora