30_Aksel, Sophie y Dax

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Capítulo 30

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Capítulo 30

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La lluvia cesó y el sol volvió a su lugar como si nada hubiese sucedido. Habríamos tenido la tarde perfecta de no ser por la llamada que Amaia recibió de Sophie.

Estaba llorando y desesperada. Escucharla me puso con los nervios a flor de piel. Me recordó a las llamadas que hacía mi madre cuando él llegaba a casa mientras Aksel y yo estábamos en el instituto.

Le había pasado algo con Julien, su novio. Mi experiencia con un hombre violento hizo que pensara lo peor.

Conduje a toda velocidad para encontrarla a la salida del pueblo. Coincidimos en la carretera. Ella venía caminando en sentido contrario y sin rumbo, llorando y sin pronunciar palabra.

Subieron al asiento trasero y Amaia intentó consolarla, pero Sophie no podía parar. Recostada al hombro de su amiga dejaba las lágrimas correr.

Mis ojos se encontraron con lo de Amaia en las tantas veces que las chequeé por el espejo retrovisor. Estaba preocupada y como Sophie no quería que nadie la viera en ese estado, me enfoqué en conducir lo más rápido posible para arribar a la mansión.

Solo pude ofrecer la privacidad de mi habitación y agua. No serviría de nada sofocar a Sophie con mi presencia. Si alguien podía ayudarla, era Amaia.

Le conté a mamá que ellas estaban en el último piso y no pidió detalles, me dio un beso, dijo que la dejara saber si necesitábamos algo y se fue a la cocina.

Descansé del viaje en el viejo sofá de la entrada y traté de no inventar escenarios en mi cabeza. Imaginar las razones por las que Sophie estaba en esas condiciones cuando la encontramos, me daba ganas de buscar a su novio para que diera las explicaciones correctas.

Me tapé los ojos con una mano. Lo mejor era esperar y no hacer nada impulsivo.

—¿Por qué no respondes al teléfono? —cuestionó Aksel, llamando mi atención.

Acababa de llegar del pueblo y venía con el casco de la moto en la mano. No entendí a qué teléfono se refería hasta que vi la cartera a mi lado y el sonido llamó mi atención.

—Es de Mia.

Frunció el ceño y tomó asiento al otro extremo del sofá.

—¿Mia está aquí?

Noté la incomodidad en su voz. No quería meterse en mis asuntos, pero la información no le agradaba.

—Le estoy enseñando a conducir, ¿recuerdas?

Aclaró su garganta.

—Claro, pero, ¿dónde está?

Recosté la cabeza hacia atrás y traté de ignorar el sonido del teléfono.

No te enamores de Mia © [LIBRO 2]Tempat di mana cerita hidup. Terokai sekarang