Tintineos

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Tenía 8 años. Estaba en el asiento trasero del auto de mi padre mientras el radio tocaba una canción de jazz. Mi madre iba de copiloto. Estábamos por entrar a la ciudad después de un viaje de 10 horas. El reloj marcaba las 9 p.m.

A lo lejos se distinguían ya los tintineos de las luces de la ciudad. Mi padre dijo que pasaríamos a comprar hamburguesas para cenar.

En ese momento, tenía todo lo que necesitaba. Tenía todo para ser feliz. En verdad lo que dicen es cierto, la felicidad no tiene un precio. Las mejores cosas de la vida, son gratis.

Puedo darme cuenta de eso justo ahora que tengo 71 años y mi brazo izquierdo duele horrible. No puedo respirar y siento que voy a desvanecerme.

Por eso regresé a ese lugar. Mi cuerpo se está despidiendo mientras mi mente me lleva a ese momento en el que fui feliz.

No cabe duda de que los mejores recuerdos son el madero de salvación de cualquiera.

Ya están aquí mis padres y ya puedo distinguir a lo lejos los tintineos de las luces de la ciudad mientras suena una canción de jazz.

Estoy de nuevo en el asiento trasero del auto de mi padre.

Ahora viajaremos juntos en esa carretera, por siempre.

Historias para pensar en la obscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora