Anécdota real

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Era muy tarde. Las 3:15 de la mañana.

Justo la hora en la que me gusta escribir.

Estaba redactando el diálogo imaginario entre un amigo y su padre fallecido.

A la mitad de la historia, de la nada se me erizó la piel y un olor fuerte a perfume de hombre invadió la estancia.

Pude sentir la mirada firme de alguien.

Supongo que era el padre de mi amigo al que no le estaba gustando el giro del escrito.

Entendí el mensaje, borré el relato y me fui a dormir.

——(Historia verídica del autor)——

Historias para pensar en la obscuridadWhere stories live. Discover now