Capítulo 18 - Tranquilidad

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El único sonido que llegaba a sus oídos era el gorgoteo de la olla dónde estaban calentando varios litros de agua, a la vez que la mercenaria intentaba reunir las fuerzas necesarias para empezar a hablar.

—¿Qué ha pasado? —temió preguntar Helenia, la idea de haber perdido a sus compañeros en Ner, y haber obligado a su joven pupila a escapar era lo único que podía visualizar en su mente, y el silencio que la adolescente había mantenido todo este rato no ayudaba a calmar sus temores.

A pesar de ello su tono de voz seguía siendo dulce, como el día que la encontró.

Vysarane suspiró, aún le temblaban las manos, pero ya podía pensar con claridad.

—Tendriel llegó a la ciudad... Y un grupo de bandidos atacó a Kirstán, en las afueras. —Explicó con voz temblorosa.—. Creen que eran compañeros de Riane... —Agregó, y sacó de sus destrozados ropajes la copia que Pevek le había preparado—. Me mandaron con esto, pensábamos que tú podrías entenderlo... —Le mostró la nota arrugada.

Helenia cogió el trozo de papel y leyó las palabras que habían copiado del destrozado documento.

—¿Te ofreciste a venir? —preguntó con severidad la mercenaria.

Vysarane asintió con la cabeza.

La guerrera dejó escapar un profundo suspiro y clavó su mirada en el papel que sostenía para distraer sus pensamientos, e intentó encontrar algo que pudiera entender en el extraño mensaje.

—¿Están bien? —preguntó después de unos segundos.

—Sí... A Pevek y Kirstán los reconocerían, por eso me ofrecí a venir sola...

—Ya me ocuparé de tener unas palabras con esos dos. —Contestó Helenia, claramente enfadada. El silencio invadió la pequeña habitación dónde la mercenaria se había estado quedando todos esos días, hasta que encontró algo en la misiva que Vysarane le había entregado—. ¿Quién atacó a Kirstán?, ¿pudo verlo? —Preguntó, y entrecerró los ojos al encontrar «Dos caras» en el texto.

—Pevek dijo que su nombre era Jianri. —Contestó la joven.

—Mierda... —Maldijo—. Me están buscando, para matarme. —Agregó—. «Dos caras» era mi nombre en la liga de las lunas. Quieren usaros para encontrarme. —Explicó, y revisó la nota una vez más—. ¿Pero por qué ahora...? —Murmuró para si misma. Entonces, Helenia se incorporó súbitamente y abrió la puerta de su nuevo hogar—. Ven. Debemos intentar estar un paso por delante de Riane, te llevaré de vuelta hasta las afueras de Ner.

—¿Por qué no nos vamos del pueblo...? Ya nos fuimos una vez cuando era pequeña, podemos hacerlo otra vez... —Preguntó Vysarane.

La mercenaria detuvo sus pasos y volvió su rostro a la adolescente, antes de dejar escapar una bocanada de aire.

—Queremos evitar que pase algo parecido a lo de tu aldea... —Esas palabras sumieron a la joven en una espiral de macabros recuerdos—. Debemos hacer comprender a la población de Ner que ese caballero de la academia está ahí para terminar con la ciudad, mientras todavía haya tiempo. —Agregó.

—¿Y no es por Elanor...? ¿No te quieres quedar para vengar su muerte...? —Dijo Vysarane.

Helenia miró con severidad a su pupila.

—¿Quién te ha mencionado ese nombre?

La joven notó una ira desconocida en su voz, entonces comprendió lo hirientes que sus palabras habían sido.

—Kirstán... —Se limitó a contestar.

—Al parecer necesitaré tener más que unas palabras con él... —Comentó. Ambas amigas se sumieron en un incomodo silencio, hasta que Helenia lo rompió de un suspiro—. Te estaría mintiendo si dijese que no quiero matarla por él. —Agregó—. Pero de veras queremos terminar con el imperio, o al menos intentarlo. Eso es lo que llevamos intentando hacer toda nuestra vida. —Dijo a la vez que procuraba calmar su voz.

—Perdón. —Se disculpó la adolescente.

—No te preocupes, has pasado por mucho en muy poco tiempo. —Contestó—. Ahora ven, debemos llegar a Ner lo antes posible, aunque esté el imperio allí estarás más segura en el pueblo que conmigo.

Vysarane se incorporó y siguió a su maestra.

La joven escuchó el canturreo de los pájaros sobre las copas de los árboles, así como el calor del sol chocando contra su piel.

—Uy. —Dijo Helenia al fijarse en la gran apertura que la joven tenía todavía en su pecho, completamente visible cuando se incorporaba—. No podemos dejarte ir hasta el pueblo así, espera un segundo. —Se volvió a adentrar en su cabaña.

A los pocos segundos, la adolescente pudo escuchar a su maestra regresar con algo entre sus manos.

—Toma, quítate ese trapo harapiento y ponte esto. —Comentó a la vez que le otorgaba una suave vestidura de seda.

—Es de color negro, por la noche costará más encontrarte. —Agregó, mientras la joven se desnudaba para ponerse la nueva prenda.

El tacto de aquella toga relajó a Vysarane de inmediato, le recordaba a la ropa que su madre le hacía de pequeña.

—Gracias... —Fue lo único que pudo decir, mientras ajustaba su atuendo para evitar que se enganchara con las ramas del bosque.

—De nada. —Sonrió Helenia, y comenzó a caminar hacia la vegetación.

Cuando se echaron a andar, Vysarane notó la presencia de una persona a varios metros.

—Helenia, ahí. —Señaló para alertar a la guerrera.

—Ah tranquila, es un amigo. —Contestó ella y alzó su mano para despedir al otro habitante de la pequeña aldea.

—¡Tened cuidado! —lo escuchó decir, por su tono de voz pudo identificar que se trataba de un hombre, algo mayor que los miembros de su grupo.

—¡Tú también!, ¡que no se te coman los lobos! —le sonrió, antes de darse la vuelta para continuar hacia Ner—. Es el cazador de la aldea. —Explicó jovial a Vysarane—. Una gran persona. —Agregó, y caminó hacia la vegetación para seguir el camino que se adentraba directamente en el bosque...

VysaraneWhere stories live. Discover now