Capítulo 74 - Alimaña solitaria

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El aire enfrió poco a poco a Yarden minutos después de salir.

El ambiente comenzaba a ser tranquilo entre las calles de Ner, que se vaciaron rápidamente una vez el sol comenzó a ponerse.

A pesar de no contar con la mirada de los felenos, disfrutaba cuando las calles se llenaban con oscuridad...

El joven divisó en la lejanía un grupo de mercaderes que recogían sus bienes a toda prisa, mientras cinco centinelas imperiales los atosigaban.

—¡Vamos!, ¡quiero ver todo esto limpio antes de que desaparezca el último rayo de sol! —gritó el más grande de todos, envuelto en una armadura enorme y desgastada.

Al ver aquello Yarden se introdujo rápidamente a un pequeño callejón y escuchó atentamente qué ocurría a solo unos metros, convencido de no haber llamado su atención.

Pero después de un largo minuto de insultos y golpes contra la propiedad de los vendedores, el joven los vio correr por el orificio del pequeño pasadizo, en la dirección que él había tomado desde el centro.

Entonces, agudizó sus sentidos y escuchó hacia donde iba la patrulla.

Con miedo a ser encontrado por los callejones de la ciudad, el joven se giró para huir, pero al final del callejón no había salida. Entonces, Yarden buscó frenéticamente cualquier cosa entre la que camuflarse. Pero solo vio un grupo de barriles desgastados, tirados a un lado.

El guerrero se acercó velozmente sin emitir ningún ruido y se agachó detrás, contra la pared.

Al segundo de ocultarse, el sonido de cota de malla y cuero se intensificó en el mismo camino que los mercaderes asustados habían usado para huir.

Pero a los pocos segundos el mercenario dejó escapar un suspiro de alivio, el grupo se había alejado, podía continuar su camino en la penumbra...

Mientras caminaba, el último reflejo del sol se pudo observar contra la torre más alta de la ciudad, en la lejanía.

Después de contemplar la bella escena, agradeció la oscuridad que había tomado posesión de las calles más apartadas de la ciudad, ahora las afueras parecían un silencioso y solitario cementerio.

La mansión de Tendriel estaba al norte de la ciudad, y aunque ahora solo escuchaba el sonido de los murciélagos, de vez en cuando percibía el murmullo lejano de botas metálicas, todavía habían múltiples patrullas por esa zona de Ner.

Hacía mucho que Yarden no sentía aquella mezcla de emoción y libertad. Desde que llegó a la ciudad mercante, el joven solo había temido al imperio que tanto había idealizado, pero ver de primera mano cómo actuaban los servidores de Frolic lo había motivado; y a su vez, saber que Vysarane había terminado con una formidable enemiga en pleno territorio enemigo le hizo ganar la confianza suficiente para arriesgarse...

Después de comprobar que nadie se había percatado de su presencia, se acercó a la mansión del general y divisó de lejos a un par de soldados ante la puerta, con lanzas y antorchas en sus manos.

—«Mierda...» —murmuró para si, mientras buscaba un escondrijo donde esperar, donde ninguna de las patrullas buscaría en toda la noche.

Pero a pesar de la relativa prosperidad que la ciudad mercante exhibía, sus afueras seguían pareciendo más propias de un pueblo campestre que de una urbanización, y los campos que rodeaban el hogar de Tendriel apenas contaba con lugares donde ocultarse...

Todos excepto uno: Una pequeña torre de piedra al costado de una pequeña granja abandonada.

Yarden se acercó por los trechos más oscuros del camino antes de ser visto por los centinelas y alcanzó aquel solitario hogar.

El joven pisó la tierra del cultivo dentro de la propiedad, decidido a escalar la estructura que descansaba en aquel vasto patio para ver si algún soldado merodeaba cerca.

La noche no había hecho más que comenzar y Yarden sabía por experiencia lo mucho que podría llegar a esperar antes de que su objetivo se movilizara, si es que llegaba a hacerlo...

Pero el joven se tomó con calma la espera, una vez arriba, se envolvió en su gruesa capa oscura para protegerse del viento y el frío.

Desde ahí podía divisar con claridad la llama de ambas antorchas arder en la entrada, sabía perfectamente donde estaban sus enemigos en todo momento, algo que agradeció en medio de la penumbra...

Poco a poco el frío abrazó al mercenario, que pasó de estar completamente alerta a desear haber traído una capa más de ropa. Los minutos se transformaron lentamente en horas, y cuando ambas lunas brillaban con más intensidad en el firmamento, Yarden vio por primera vez en toda la noche a un grupo de soldados emerger de la mansión.

Eran cuatro guerreros y solo uno de ellos portaba una lustrosa armadura, el joven reconoció de inmediato al líder imperial.

El joven no apartó su mirada de los soldados mientras bajaba velozmente de la estructura para acecharlos.

Al pisar el suelo, corrió tras ellos sin hacer ningún ruido.

Yarden tenía experiencia persiguiendo a los oficiales de Frolic, tenía la confianza de poder mantenerse escondido en todo momento...

Desde las tinieblas observó el semblante de enojo e irritación que Tendriel tenía, era evidente que aquella aventura nocturna se debía a una situación especial.

El mercenario continuó tras ellos sin dejar de mirar ocasionalmente hacia atrás, en busca de otros imperiales cerca. Fortuitamente, el pequeño destacamento del caballero se dirigía directamente hacia el norte en solitario, al interior del bosque.

Después de seguirlos durante unos minutos, el joven paró en seco, reluctante.

Conocía la zona, pero en plena noche no estaba seguro de poder regresar a tiempo para avisar al grupo si decidían alejarse demasiado...

«Puedo esperar...» —Pensó, al percatarse del escaso equipaje que los soldados portaban; estaba convencido de que regresarían antes del amanecer.

Pero al girarse, una nueva y descabellada idea tomó posesión de sus pensamientos... El joven miró al bosque y después al pueblo, estaba solo en medio de la oscuridad.

Entonces, Yarden corrió hacia la mansión de Tendriel; el hogar del despreciable imperial ahora contaba con menos centinelas... Podía introducirse mientras su líder estuviese ausente...

VysaraneWhere stories live. Discover now