Capítulo 81 - La ira de una familia

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Vysarane y sus compañeros miraron con rabia e incertidumbre a Tendriel mientras se acercaba sin titubear hacia ellos con su espada desenvainada.

—No tenemos otra opción, debemos acabar con él... —Dijo Uren, consciente de los esfuerzos que habían hecho por mantenerse en las sombras, si no lograban vencer ahí todo habría sido en vano—. ¡AHORA! —agregó, y sacó a sus compañeros del temor que sintieron al verse frente a un caballero de la academia.

Antes de que el capitán se arrojase por ellos, Vysarane se arrojó sin titubear hacia Tendriel.

—¡Kirstán, Pevek!, ¡por la retaguardia!, ¡Yarden, conmigo! ¡Dejad que Vysarane evada sus golpes por delante! —El capitán gritó en un instante.

—¿De veras creéis que podéis elegir cómo luchar contra mi? —alzó la voz Tendriel, molesto, mientras sacudía su sable hacia la joven con una fuerza y velocidad atroz.

—Ya lo hemos hecho. —Contestó Vysarane, y evadió con una soltura propia de los felenos aquella estocada, para responder justo después con su espada mientras el resto lo rodeaban.

La voz de la joven pareció despertar un recuerdo en la mente del imperial, que se quedó inmóvil un instante para mirar la venda que cubría los ojos de aquella misteriosa guerrera.

—Tú... —Dijo, y reaccionó en el último segundo a las numerosas estocadas que venían de todas direcciones, que repelió solo con su pesada armadura, excepto la de Kirstán, que logró magullar la pequeña apertura que había en el codo.

—Yo también me acuerdo de ti. —Contestó Vysarane, mientras lo atacaba a una velocidad inhumana, incansable, sin dejar de pensar en el rostro de Helenia con cada estocada que arrojaba hacia el responsable de su muerte.

La joven no le dejo enfocarse en las acciones que tomaban los demás mercenarios, el general había subestimado la habilidad de aquella misteriosa guerrera y la compenetración que tenía con los miembros de su familia...

—¡AHH! —rugió de ira, a la vez que sentía los numerosos golpes vibrar contra sus placas de acero, mientras blandía su espada hacia todas direcciones para alejarlos.

Uren agarró su espada por la vaina y comenzó a golpear la armadura del caballero con la empuñadura a forma de garrote.

Mientras escuchaba los violentos golpes, Vysarane revivía los últimos momentos con vida de su maestra, sin dejar de pensar en el responsable que ahora bailaba junto a sus compañeros, mientras anhelaba el dulce sabor de la venganza...

Tendriel alzó su espada por enésima vez y la hizo chocar contra el filo que Vysarane había alzado para protegerse.

El sudor salió despedido del rostro de la joven, y aunque su contrincante portaba un pesado casco metálico, sentía la misma agitación en su respiración.

Entonces, un poderoso golpe de su líder logró clavar la empuñadura en la espalda del imperial.

—¡Por Helenia! —Gritó Uren, mientras desencajaba su espada de la armadura.

El mercenario sureño imitó a su capitán y asestó otro temible golpe contra el hombro del caballero, y hundió la armadura en los gigantescos músculos que había debajo.

El caballero de Morgan estaba preparado para repeler un millar de cortes, pero contra esos cinco experimentados guerreros y su improvisado uso de las armas, Tendriel no pudo hacer más que blandir su espada hacia todas partes, desesperado, la armadura era demasiado pesada para actuar contra tantos, y las hendiduras que aquel grotesco uso de los aceros le había provocado comenzó a hacer mella en su vitalidad. Apenas un minuto después de haber recibido el primer golpe, cayó de rodillas al suelo...

VysaraneWhere stories live. Discover now