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Cuando Draco estaba en la escuela supo que eso no era para él, quizá desde que la comenzó supo. Pero cuando acompañó a Theodore a hacerse ese tatuaje del cual hablaba con tanto fervor (Mientras todos sabían que con suerte podría hacerse una raya porque el dolor no lo soportaría ni de chiste). Cuando vio a ese hombre lleno de dibujos en todo su cuerpo, hablando sobre el sentimiento que tenía hacer lo que le gustaba, a pesar de tener a un niñato gritando cada vez que la máquina se encendía, fue un momento importante en su vida.
—Realmente creo que esto no es para ti...— Sugirió a su amigo al ver que este no dejaba de chillar cada vez que se le acercaba la máquina —Mejor cobre lo poco y nada que pudo hacer, y nos vamos.

—Lo lamento, ya pagó y es por toda la obra, tengo que terminarla— Dijo el hombre bastante mayor, quienes decidían el destino de la piel de su amigo, que, por cierto, era demasiado cobarde como para afrontar en lo que estaba metido.

Así fue como Draco obtuvo su primer tatuaje y descubrió su amor por ello. Tuvo discusiones en casa, conoció a mucha gente, varios le juzgaron, pero al final pudo abrir un local en el cual ejercía su profesión junto a dos buenos amigos, Cedric y Ronald. Estaba en un barrio tranquilo de Londres, pero eso no impedía que la gente viniera, eran tres chicos de bien, tatuados, pero de bien, por eso nunca tuvieron problemas con la gente de alrededor.

—¿Supieron que al frente se instalará una florería? — Ron sacaba el tema mientras en un papel dibuja un nuevo diseño, Draco lo ojeó, era de pareja —¿No es gracioso? Luego de tatuarte compra rosas a tu madre para que no te castigue.

—Habla de rosas la persona que hace diseños para compartir con su novio— Molestó Cedric mientras se sacaba unos guantes de látex, esperando que de uno de los cuartos, saliera la persona recién tatuada —No sé, me parece interesante, desde hoy las dos aceras serán contrapartes.

—No se preocupen por estupideces y concéntrense en su trabajo— Corta el rubio observando la agenda que tenían ese día.

Pero quién diría, que, a la mañana siguiente, cuando llegaba para abrir el lugar vio en la acera contraria la presencia de otra persona, no acostumbraba a ver personas a esas horas en la mañana, lo cual le dio más razones para girar y observar. Era un chico, mucho más pequeño que él, de edad y de estatura, tenía el cabello azabache, su cuerpo era delicado en cada movimiento a pesar de ser de contextura gruesa, caminaba con elegancia y con una pequeña sonrisa en sus labios, como si estuviera ansioso de algo y lo entendió cuando vio que abría las puertas del local en frente del suyo.

El dueño de la florería era hermoso.

—¿Alguien... Alguno vio al dueño de la florería? — Draco se encontró a sí mismo sacando el tema en plena hora de almuerzo.

—¿No fuiste tú mismo el que nos dijo que nos concentráramos en el trabajo? — Gruñe el único pelirrojo entre los chicos, Ronald solía ser así con todos, pero cuando estaba al lado de Blaise era todo lo contrario.

—No pierdas tu tiempo preguntándole a Ron, y yo sí lo vi, es una preciosura— Las palabras del castaño le molestaron en lo más profundo al rubio, no tenía por qué referirse tan despectivo al chico desconocido —No hallo el momento para ir a la florería y pedirle su número.

—Como si fuera a darte la hora siquiera...— Susurró para sí mismo a pesar de saber que el castaño lo escucharía, solo quería molestarle.

—Seguro que a ti te miraría siquiera.

—Por lo menos yo no andaré detrás de él.

—Porque bien sabes que ni podrás ser de su gusto.

—Como si tú lo fueras a ser.

—¿Pueden callarse? — Una voz sin paciencia interrumpió la infantil pelea de sus amigos —Poco me importa ese chico, pero si me importa poder disfrutar de mi almuerzo, ninguno de los dos irá detrás de ese chico ¿entendido? Sólo logrará que discutan y no me agrada escucharlos pelear como niñatos, ahora siguen comiendo e ignoramos lo que acaba de pasar.

Tal como Ron había dictaminado ambos comenzaron a comer mirándose con recelo. Desde eso hasta la fecha, habían pasado dos años. Dos años en los cuales Draco miraba por la ventana de su local, mirando hacia el del frente, donde siempre se encontraba el chico que hacía que su corazón latiese. No sabía su nombre, no sabía su edad, no sabía de su familia o donde vivía, pero a la vez, sabía mucho de él.

Sabía que le gustaba el chocolate, ya que casi siempre lo pillaba mordisqueando una barra de chocolate y cada quince días iba a la cafetería de la esquina para pedir un pastel de chocolate.

Sabía que sus flores favoritas eran las Azucenas (Por cierto, no sabía nada de flores, estuvo alrededor de dos meses tratando de dar con el nombre), siempre se dejaba un ramo de cinco para el mismo, una vez a la semana se las llevaba a su casa, ya que a la mañana siguiente no volvía con ellas.

Sabía que era bastante tímido, pero a la hora de hablar sobre lo que le gustaba su personalidad salía a flote. Caminaba por la calle como si tuviera miedo, cuando se colocaba detrás del mostrador también parecía bastante cohibido, y cuando se le acercaba un cliente con pena le respondía, más al momento de explicar y comenzar a hablar de las flores, se explayaba.

Sabía que los fines de semana su hermano le iba a ayudar, y de vez en cuando este lo reemplaza en la semana (Se acuerda perfectamente, ya que la primera vez que lo vio creía que era su novio).

Sabía muchas cosas de él, pero a la vez no sabía nada, podía describirlo por completo, pero no podía hablar de él en su vida privada. Nunca se atrevió a cruzar la calle y entrar a ese lugar, solo Ronald una vez lo hizo, pero el hermano del chico lo había atendido.

—Estaba ocupado explicándole a unos niños los significados de las flores, ya sabes, cuando los pequeños entran a las florerías por curiosidad... Parecía muy encerrado en sí mismo, así que su hermano, el gigante ese, me ayudó a elegir las flores, no se manejaba tanto como el chico, pero sí me ayudó.

Cada día crecía más su ilusión con el desconocido, había imaginado una y mil veces como hablarle, pero cada vez que estaba dispuesto a hacerlo, lo veía, tan resplandeciente, tan puro tal cual su flor favorita, totalmente blanco y nada manchado.

Nunca tendría el valor para revelar lo que sentía.





Azucenas

Azucenas

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Primera parte, Draco con tatuajes me parece muy genial, es la mezcla de un chico malo pero a la vez un dulce turrón.

Bye. ;)

Entre flores y tatuajes [Drarry]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora