4º Corazón

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La mañana se acercaba unos días después, mientras Rosinante caminaba con pasos lentos tras llegar de nuevo en el Cuartel General. Ver la estructura de piedra de la Armada desde la distancia siempre le traía alivio y consuelo; aunque los espacios de tiempo en los que podía volver y alejarse de su Familia eran cortos, el Comandante siempre los aprovechaba. Se sentía más a gusto allí que en cualquier otro lugar, y eso se lo debía a Sengoku, sin duda. Las banderas azules y blancas le trajeron paz cuando el rubio las miró, y así salió del puerto hacia el gran edificio. Todavía llevaba puesto su habitual traje de Corazón, así que simplemente se dirigió a sus aposentos para poder cambiarse.

Después de años de usar ese atuendo, a Rosinante no le desagradaba; al contrario, había aprendido a apreciar el estilo. Sin embargo, cuando regresó a la marina tuvo que ser discreto y mantener bajo el interés en su misión para que todo saliera bien. Suspirando, el Comandante se acercó a la puerta de su dormitorio y entró, finalmente tomándose el tiempo para respirar profundamente de nuevo .... No mucho después, Rosinante volvió a abrir la puerta de su habitación, saliendo esta vez con las botas negras de su uniforme de la Marina, el resto de su atuendo ceñido a su cuerpo. Relajado, se llevó el cigarrillo encendido a los labios (un hábito que había adquirido en la Familia, y no había podido evitar; ni siquiera en el cuartel general), suspiró, metiéndose ambas manos en los bolsillos de su pantalón blanco, retomando su camino. Quizás tenía la intención de encontrarse con el Almirante para una breve reunión y entregar su informe, incluso si Sengoku insistía en que Rosinante descansara primero antes de informar sobre las novedades de la misión.

Perdido en pensamientos ligeros, Rosinante murmuró para sí mismo en silencio mientras caminaba relajado hasta que algo llamó su atención y parpadeó. Una figura familiar se acercaba desde el pasillo lateral, llevando una gran caja gris. Alice no miró al frente cuando estaba a punto de doblar en el pasillo y luego chocó contra la pared de lado; es decir, con nada menos que el Comandante. 'Ouch ...' La mujer miró hacia arriba, frunciendo el ceño como si estuviera lista para 1.Maldecirse a sí misma por la falta de atención por golpear la pared o 2. Regañar a quien se había detenido allí en su camino. Lo que pasó entonces fue que Alice tuvo que mirar aún más hacia arriba para darse cuenta de que lo que había frente a ella no era un muro ni mucho menos, era nadie más que el mismo Comandante Rosinante, su inconfundible figura alta y sublime. Casi al instante se sonrojó de sorpresa y exclamó.

- ¡Comandante ...! ¡No sabía que ya habías vuelto!

Rosinante sonrió mirándola con calma y agitó una mano mientras la sacaba de su bolsillo.

- ¡Hola! Acabo de regresar.

Alice le devolvió la sonrisa y trató de agacharse a pesar de que todavía sostenía la caja."Perdón por tropezarme con usted, Comandante ... Fue un error de mi parte, estaba mirando para otro lado, y ... sacudiendo negativamente su rostro, el rubio la interrumpió.

- ¡No nececitas pedir disculpas! ¿Quieres que te ayude con esto? Hizo un gesto hacia la caja.

Alice  parpadeó sorprendida y buscó brevemente sus palabras, no queriendo parecer débil frente a su superior.

- ¡Está bien, puedo cargarlo! ¡Es solo un equipo! Antes de que pudiera hacer nada, Rosinante se inclinó hacia adelante y con cuidado le quitó la caja gris de las manos. Alice no pudo evitar notar la facilidad con la que la abrazó considerando que era una caja pesada. Parpadeando, levantó la mirada para encontrarse con la de él mientras el Comandante sonreía de nuevo.

- ¿A dónde llevamos esto? La mujer de cabello dorado se humedeció los labios.

- Sala de equipos D. Asintiendo, el Comandante de ojos ambarinos hizo un gesto con la cabeza.

𝐒𝐢𝐥𝐞𝐧𝐭 𝐇𝐞𝐚𝐫𝐭 ❘ Cᴏʀᴀᴢóɴ x Rᴇᴀᴅᴇʀ ❘Where stories live. Discover now