11º Corazón

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Después de regresar una vez más al Cuartel General de la Marina y presentar su informe al Almirante Sengoku, Rosinante estaba en sus habitaciones mirando en silencio a su alrededor. Desde las últimas veces que había regresado, habían pasado varios pensamientos por su mente, y el rubio tenía una mirada pensativa mientras se sentaba en su cama. Su mano tocó las suaves sábanas y el Comandante miró la cama, sumido en los recuerdos, pensando en el momento en que se había quedado con Alice esa noche, asegurándose de que ella se mantuviera abrigada y se recuperara del resfriado. A pesar de que llegó tarde a la familia, los miembros no le habían prestado mucha atención. Pensaban que era un tonto, por lo que regresar a ellos tan tarde no les fue sospechozo.

Rosinante se puso una mano en la sien y suspiró, exhalando una nube de humo blanco del cigarrillo. Era consciente de que le costaba ocultar su preocupación por la Teniente Alice, pero cada vez le resultaba más difícil ocultar sus sentimientos y afecto por ella. Era casi imposible no dejarse llevar por el momento, el Comandante temía por las consecuencias.

¿No sería demasiado complicado? Prácticamente ya la había involucrado en su misión, y ahora ... Su corazón quería que él se involucrara con ella aún más. Esto podría ser peligroso, y Rosinante se estremeció un poco al pensar en lo que le podría pasar a Alice si la Familia se enterara de ella, además de la verdadera identidad de Corazón. Sacudiendo su rostro para expulsar los pensamientos, respiró hondo haciendo que la colilla de su cigarrillo se encendiera, antes de exhalar humo de nuevo.

La seguridad y el bienestar de Alice siempre estuvo en su mente, sin importar si era él quien estaba fuera o ella. Rosinante quería verla bien, segura, sonriente; y él simplemente quería verla, siempre. Y ahora lo estaba consumiendo por dentro, sin saber qué hacer. Miró la palma de su mano, sabiendo que a estas alturas ya había tocado la de ella muchas veces ... Y quería más. El Comandante sabía lo que estaba haciendo, sabía cada vez que se acercaba para tomar sus manos en un intento desesperado por alimentar la llama que se elevaba en su pecho, suplicando por ella.

La expresión de Rosinante estaba llena de conflicto y cerró los ojos, frunciendo levemente el ceño. El cigarrillo en su boca soltó lentamente una corriente de humo.

Sus pensamientos vagaron más lejos. Rosinante pensó en todo lo que había pasado con Alice, desde el momento en que se conocieron hasta la noche en que se acurrucaron. Incluso parecía que había vivido una vida entera junto a la Teniente y, al mismo tiempo, todo el día que pasó con ella no fue suficiente. Sus sentimientos se arremolinaron como un huracán en su pecho y el rubio murmuró en conflicto. Pero ... También sabía que podía confiarle su vida. Que ambos pudieran entenderse sin siquiera decir una palabra, que estaban ahí el uno para el otro. Que Alice haría todo por él como él lo haría por ella. Rosinante pensó en cómo caminaban juntos, frotándose, en cómo tenían plena y mutua confianza. Era algo que no tenía y que no tendría con nadie más.

Lentamente, el rubio levantó la cara, dejando escapar un suspiro de nostalgia.

Rosinante no lograba ocultar lo que sentía ... Y no supo por cuánto tiempo mas podría hacerlo.

...

Unos minutos después, Rosinante escuchó pasos en el pasillo. Tan pronto como llegó, le había pedido a un soldado que le avisara si la Teniente estaba de regreso y que estaba solicitando su presencia en su habitación, pero a medida que los pasos se acercaban, el Comandante sintió que se le oprimía el pecho, sin saber qué haría. Su corazón se aceleró y enderezó su espalda cuando la puerta de su habitación se abrió y en el umbral estaba Alice. La luz del día brillaba detrás de ella y sin darse cuenta, él ya estaba sonriendo como ella.

La Teniente entró, sonriendo cálidamente y cerró la puerta, se acercó para sentarse al otro lado de su escritorio y colocar una bandeja sobre la mesa.

𝐒𝐢𝐥𝐞𝐧𝐭 𝐇𝐞𝐚𝐫𝐭 ❘ Cᴏʀᴀᴢóɴ x Rᴇᴀᴅᴇʀ ❘Where stories live. Discover now