7º Corazón

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Una figura alta entró en el edificio blanco de la Marina unos días después, ajustándose la corbata blanca. Rosinante había vuelto una vez más de la Familia Donquixote y caminaba silenciosamente dentro del Cuartel General, sus pasos amortiguados por la alfombra. Levantando una mano, el rubio reposicionó el cigarrillo en sus labios pensativamente, repitiendo mentalmente las tareas del día en su mente. Como de costumbre, tendría que hablar con Sengoku y luego pasar tiempo escribiendo sus informes de misión, así como su nueva rutina de pasar tiempo con la Teniente Heart. No podía esperar a volver a verla en los pasillos, ver a Alice sonreír y hablar con ella. Inconscientemente, el Comandante sonrió para sí mismo mientras caminaba, preguntándose si tarde o temprano se toparía con ella cargando algún papeleo o equipo sin dejar de ser eficiente y dedicada. No debería ser raro encontrarla ya trabajando a esta hora de la mañana, y como Rosinante acababa de regresar de su misión esperaba verla sonreír cuando lo volviera a ver. La perspectiva hizo que su corazón palpitara esperanzado y expectante.

Sin embargo, sorprendido, el alto Comandante parpadeó lentamente y miró unos metros más adelante. Podía escuchar a la gente hablando a la vuelta de la esquina de un pasillo.

Con su cigarrillo encendido dejando una fina estela de humo, Rosinante caminó en esa dirección. Una de las voces que escuché fue inconfundible.

- He dicho que no.

- ¡Vamos, no tengo todo el día! ¿No es para eso por lo que estás aquí?

El rubio parpadeó de nuevo, a unos metros de la curva de donde venía la conversación.

Un soldado de la marina musculoso con bigote habló en un tono insistente y molesto. Su colega a su lado, un soldado calvo con un sombrero azul marino en la cabeza, sostenía una carpeta gruesa llena de papeles.

- Haz esto por nosotros, cariño. Seguro que no tienes nada más importante que hacer... - se burló el bigotudo con una sonrisa desagradable.

Alice, con los brazos cruzados, no parecía inclinada a ceder. Sus ojos verdes brillaron con objeción. - Oh, pero lo hago. Mi trabajo es importante. ¡Tu deberías estar haciendo el tuyo!

El hombre calvo resopló con impaciencia.

- ¡Tengo servicios más importantes que hacer la tarea! ¡Los hombres de verdad tenemos cosas que hacer!

—Vamos, muñeca —el del bigote se inclinó hacia ella y Alice lo miró con navajas en los ojos, como desafiándolo a inclinarse más. No parecía intimidada. - Haga estos informes por nosotros. Hará tu vida y la nuestra más fácil ... Después de todo, las mujeres tienen que encargarse de estas cosas.

Rosinante sintió que le temblaban los puños mientras los apretaba con fuerza.

El tono de Alice era igualmente molesto y sonaba muy enojada. - ¡No lo haría por ti! ¿Cómo puedo escribir informes de misiones en las que ni siquiera participé? Ustedes primates.

El bigotudo resopló por la nariz y empujó bruscamente el papeleo a los brazos de la Teniente, haciéndola retroceder un poco. - ¡Y es por eso que estás aquí y no afuera, como un verdadero soldado! ¡Ni siquiera eres buena para hacer trámites, mientras que nosotros luchamos contra peligros reales!

Alice apretó los dientes y cerró la boca. Pareció tomar una respiración profunda, a punto de gritarle a los soldados cuando notó que los dos hombres miraban confundidos detrás de ella.

- ¿Hay? - Ambos parpadearon sin comprender.

Rosinante había doblado por el pasillo y estaba de pie directamente detrás de la Teniente. Su impresionante altura junto a Alice lo hacía parecer aún más grande y su postura era sólida como una roca, con los puños apretados a los costados. Su capa fluida lo hacía parecer aún más grande y amenazador. La mirada del Comandante era como brasas encendidas, mirando a los dos soldados como un cazador a su presa.

𝐒𝐢𝐥𝐞𝐧𝐭 𝐇𝐞𝐚𝐫𝐭 ❘ Cᴏʀᴀᴢóɴ x Rᴇᴀᴅᴇʀ ❘Where stories live. Discover now