Capitulo 8

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—¿Cómo está?

—Bien dentro de todo, sigue durmiendo— susurró mirando a la latina desde el marco de la puerta de la habitación.

Ya era un poco más del medio día, y la rubia estaba hablando con Maribel.
Ella no había podido dormir por quedarse cuidando a Santana, o por si recibían alguna llamada del trabajo.

—¿No se sabe nada?

—No. Anderson y Abrams siguen viendo si pueden rastrear el celular, pero es en vano.

—Pueden haberlo tirado en cualquier lado— suspiró caminando hacia la sala— ¿Las cámaras?

—Nada. Es un punto muerto.

—¿Alguna propiedad que haya sido del matrimonio?

—Ya buscamos en todas. No hay nada, Brittany— se escuchó un suspiro— Tengo que seguir trabajando. Cuida a mi hija, por favor.

—Con la vida— respondió sincera y agregó antes de colgar— Avísame cualquier cosa— antes que de pudiera volver a la habitación con Santana su celular volvió a sonar, mostrando el nombre de Sam en el.

Se debatía si atender o no.

Ella no estaba cien por cien segura de que Sam sea lo que pensaba, era imposible que el hombre amable con el cual se casó sea tan mala persona, pero tampoco podía tomar ningún riesgo.

Pero si existía alguna chance de que lo sea, atendiendo quizás tendría alguna pista para encontrar a Jake.

Así que lo hizo.

—¡Hola, cariño!— saludó el rubio.

—Hola, Sam.

—¿Cómo estás? siento no haber podido llamarte, pero las cosas en el trabajo están complicadas.

—Bien. ¿Que pasó?

—Problemas con proveedores, nada fuera de lo común. ¿Estás bien? te noto rara, Britt.

—Si, si lo estoy. Fue una semana complicada en el trabajo también— suspiró, mirando hacia atrás por si aparecía Santana.

—¿Semana de exámenes?

Si, exámenes.
Brittany cuando conoció al rubio le había dicho que era maestra de español, porque cuando conoces a alguien en un bar no le contas que sos agente del FBI, mejor dicho, no se lo contas a nadie.

Se le había ocurrido esa profesión y materia ya que aprendió mucho español creciendo junto a Santana, así que podía hablarlo fluidamente sin problema.

—Si, planear los exámenes, corregirlos, es todo... muy cansador. ¿Estás en Los Ángeles?

—Si, cariño. Mi vuelo sale hoy a la media noche— avisó. El viajaría a Nueva York para estar unos días con la rubia.

—Está bien. Que tengas un buen vuelo, cielo— agregó la última palabra cerrando los ojos de manera frustrada.

—Y que vos tengas un buen día, cariño. Te amo, mañana nos vemos.

—Hasta entonces— colgó, y luego suspiró.

—¿Cielo, eh?— escuchó a sus espaldas.

Al darse vuelta vio a la latina mirándola con una ceja alzada, mientras se apoyaba en el marco de la puerta.

Sabía que no era momento de pensarlo, pero Santana estaba hermosa.

—¿Cómo dormiste?— preguntó, ignorando su anterior comentario.

EXPLOSIÓNWhere stories live. Discover now