♠ · Capítulo 17 · ♠

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Capítulo 17

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Capítulo 17. Libertad.

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—A la derecha —me indican a mis espaldas.

Hago lo que me dicen y giro a la derecha. Luego solo camino un par de metros por los pasillos del mall, esperando por la que será la siguiente orden.

De vez en cuando me encuentro a mí misma mirando de soslayo lo que va pasando a mí al rededor, solo para notar como cada vez menos personas se mueven a la par mía, yendo tras mí.

Los hombres de Aleksandr van eliminándolos.

—A la derecha.

Giro a la derecha por segunda vez, esta vez en dirección a lo que sería una de las puertas de The shops at Crystals, reviviendo mi creciente deseo de huir.

Antes de que pueda siquiera ver cómo puedo escapar o en qué lugares puedo esconderme del grupo que me escolta, una mano se posa en mi hombro, obligándome a retroceder y volver a las garras de los guardias de Aleksandr.

Sin mediar palabra conmigo, ellos me dirigen a un pequeño puesto de café que hay en el primer piso y que se supone que debería estar abierto, pero que de alguna manera consiguieron para establecernos mientras estamos aquí. Una vez todos hemos entrado, la puerta se cierra y los hombres se sientan, dejándome a mí de pie junto a esta.

—Ya los tienen a todos —informa Rhett, que era uno de los que iban a mi lado, deshaciéndose de todo el que le parecía sospechoso.

Cuando llega frente a mí ni se molesta en verificar que esté bien, cosa que me molesta.

He caminado por horas en círculos, no me han dado agua y lo único de comer que me suministraron fue un sándwich que Sinaí traía para él y que vomité hace algunas veinte vueltas. En pocas palabras, es un burdo intento de eliminarme.

—¿No notaste a alguien más? —pregunta uno de los hombres.

—No. Todo al que vi medio sospechoso tú lo eliminabas.

Aprovecho que todos los guardias, aunque me tienen "en su mira", están distraídos intentando descubrir a algún enemigo, para echar un par de vistazos por la ventana del lugar.

A lo lejos soy capaz de reconocer el logo de una reconocida marca de ropa para bebés cerca de la puerta. Me levanto un poco de puntillas para poder ver mejor, cuando alguien me pone la mano en el hombro.

—¿Qué tanto miras?

No puedo evitar soltar un pequeño grito de susto antes de caer en que es solo Rhett con su habitual (hasta lo que he visto) complejo de controlador.

—Primero que nada, son mis ojos —gruño, apartando su mano de mí de un manotazo—. Y segundo, quiero agua y un lugar donde sentarme a descansar.

Rhett ríe sin gracia, mirando tras mis espaldas y verificando que nadie nos vea con particular fijeza.

Poker Face {A #1}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora