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Mi nuevo amigo


A muchas personas les emociona este día tan esperado. Muchas novelas románticas y clichés empiezan desde aquí; el primer día de clases.

—¡Por un carajo, Half! ¡Mueve tu culo y baja de una buena vez! ¡Solo es el primer día de clases, no una pasarela en Milán! — gritó Helena desde el pie de la escalera.

—Los esperaré afuera—le dijo con una sonrisa incomoda su abuelo; saliendo de la casa. Helena cerró fuerte los ojos; ella sabía que a su abuelo se sentía incomodo cuando alguien hablaba malas palabras.

—Carajo, tal vez debería dejar mi vocabulario vulgar un buen tiempo—murmuró para ella, pero Half que bajaba por las escaleras la escuchó.

—Si por favor, no quiero que espantes a nuestro primo antes de tiempo.

Helena lo fulminó con la mirada.

—Cierra la boca y mueve tu culo; llegaremos tarde.

Half empezó a sacudir su trasero en forma de un baile burlón y retador. Por otro lado, Helena botó por un barranco toda su paciencia y de un salto le jaló de la oreja hasta el carro del su abuelo.

—¡Ay, ay, ay...Helena, ¡duele! —se quejó Half zafándose de su hermana.

Su abuelo sonrió al ver a sus nietos. De cierta forma era tierno ver como una chica que no pasaba del metro sesenta le jalaba la oreja a un grandulón de más de metro noventa. Ahora que los miraba entrar al carro se dio cuenta de algo...

—Arranca abuelo, llegaremos tarde— pidió Helena impaciente. El abuelo no dijo nada y arrancó el coche.

Por el retrovisor miró a Half; él era alto, fornido, de piel blanca aporcelanada, ojos cafés como los de su progenitor, labios delgados y de cabello castaño como el suyo. Miró a su nieta por el rabillo del ojo; ella era mas baja de la altura promedio, su piel era tan blanca que parecía un fantasma, sus labios eran carnosos y rojos, sus ojos eran celestes cubiertos por espesas pestañas negras y sus cabellos eran rubios...si es que se puede decir eso, porque parecía a simple vista alvina. Si no los hubiera visto desde recién nacidos y escuchado los gritos de su hija al traerlos al mundo, podría simplemente pensar que no son parientes o que los confundieron en el hospital.

El abuelo estacionó el carro frente a una parada de autobús. Half frunció el ceño.

—¿Qué hacemos aquí, abuelo? —preguntó Helena mirando por todos lados de la calle.

—Recoger a su primo—contestó el abuelo haciendo sonar el clac son.

Helena se relajó en el asiento del copiloto.

Al lado de la señal del bus había una banquita de madera donde un chico estaba sentado. Al escuchar el clac son, Arne se sacó los audífonos y enfocó sus ojos cafés en el carro. Se levantó como un resorte y caminó hacia ellos; colgando de un hombro su mochila mientras que envolvía la cuerda de los audífonos en su celular para luego guárdalos en su bolsillo.

—Buenos días—saludó entrado al auto; sentándose al lado de Half.

—Buenos días, hijo—le sonrió el abuelo por el retrovisor. Unos segundos más tarde ya estaban en camino al colegio.

—Hola, soy Half. Half Halvorson—lo saludó extendiéndole la mano.

Arne no lo pensó mucho y le devolvió el saludo.

—Arne Gagnon—le sonrió de lado, algo incomodo. Luego miró con curiosidad a la hermosa joven que vestía una polera negra que resaltaba su perfecta piel.

El antes del inicioWhere stories live. Discover now