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La oruga fumadora

¿Se acuerdan cuando les dije que esto se podría bueno? ¿sí?, pues...la verdad se puso bueno para todos, menos para Helena y Arne que estaban a punto de cometer una estupidez, por así decirlo...

—Helena, estamos borrachos hasta el culo...

—¿Qué no tienes culo? Eso ya lo sabía, tablita...—dijo con burla arrastrando las palabras al igual que él.

Después del callejón ambos pasaron por una tienda de hamburguesas y luego Helena lo llevó a un edificio abandonado que alguna vez perteneció a una compañía multimillonaria que quebró. La vista del último piso era asombrosa; desde allí se podía ver toda la ciudad.

Helena le señaló cada parte de la ciudad y si había historia que contar lo hacía, pero, en algún momento empezaron a filosofar sobre la vida y a tomar de la botella mientras ambos decían sus creencias religiosas o ateas...al final terminaron borrachos, sin ni una gota de licor en la botella y con una perspectiva nueva de la vida.

Los dos hicieron estupideces mientras caminaban por las calles, incluso casi muere atropellada Helena por un al cruzar a lo bestia por la pista. Entre broma y broma llegaron a al colegio. Helena le dijo que tenia la llave del conejo blanco en su casillero y Arne emocionado por el hallazgo de su amiga la animo a buscar la madriguera del conejo por la escuela.

—Shss, calle Alicia, que nos pueden pillar...—le dijo Helena a Arne tambaleándose entre los pasillos. Arne se rio despacio.

—Quiero ser la oruga que fuma...

Helena se rio.

Unos pasos próximos se escucharon y la sobriedad iluminó por un segundo el cerebro alcoholizado de Helena; la cual de un impulso rápido jaló a Arne a un salón; cerrando la puerta detrás de ellos.

—Mira Alicia, aquí hay mapas del país de las maravillas, ¡no estas loca! —exclamó Arne en un susurro.

Helena ya no sabía si era real o no, o si simplemente era parte de un juego de muñecas manejado por Dios, pero, de lo único que sabia era que tenía enfrente a ella la imagen del chico más guapo que había visto en su vida.

—Dios bendiga a la madre que me pario para presenciar tanta perfección—dijo Helena viendo la foto que tenía al frente.

—Se me hace familiar...—dijo Arne tomando la foto de la mesa, en la cual había muchas más. Helena le arrancó la foto de las manos.

—Aléjate oruga fumona, el sombrerero loco nos salvará de la inmensa cabezota...

Helena miró la foto con contemplación en los ojos, sonrió bobamente.

—Estas como para comer y llevar—se rio.

—Mira, es uno de los alumnos de intercambio—comentó Arne intentando leer los papeles sobre la mesa del salón—creo que él se quedará en la casa de una tal Linz Adelina.

Helena abrió la boca con enojo y sorpresa.

—Esa zorra no nos quiere quitar al sombrerero...¡yo sabía que la reina Blanca era una reina malvada y que traicionaría a Alicia...!

Helena tomó la hoja donde estaban los datos de la chica que se inscribió y la arrugó mientras la maldecida. Luego tomó otra hoja para llenar el formulario y lo rellenó como pudo.

—Tonta, tus padres deben de firmarlo...—se rio Arne al ver la cara de espanto de su prima mientras miraba el espacio que decía aprobación de los padres, pero una mueca como el gato de Alicia se apoderó del rostro de Helena.

El antes del inicioWhere stories live. Discover now