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Culpa a Baljeet ...

Sinceramente y, a calzón quitado (ya pa 'que negarlo); Helena adoraba a su hermano mayor; en simples palabras él era su héroe. Si, si, lo sé; ese rol lo tenía el padre, pero Héctor no paraba mucho en casa. Al trabajo entraba entre siete y ocho de la noche. Su salida era cuarto para las seis am, seis empunto ya estaba en casa. Algunas veces desayunaba con su familia y luego se iba a ver tele para distraerse y caer rendido en la cama soñando con el chiqui traca. Otras, ni siquiera llegaba a la cama y menos para el desayuno, por lo que un tiempo el sillón se volvió su cama; claro que esto molestó a Hatay e hiso desaparecer el sillón por una temporada. Como ves, no era culpa de Héctor ni de Hatay que Helena viera como un super héroe a su hermano Helio o como si él haya encontrado la cura del virus próximo que tacará el planeta ... Bueno, tal vez si tengan la culpa.

Para Helio Helena era su princesa, su niña, su hermana favorita ... ¿Dónde quedaba Half en todo esto? Pues ... si fuera por ambos, esos dos no se llevarían nada bien, sin embargo, lo hacían para tener feliz a su hermana. Tal vez Half no era su héroe ni su ídolo, pero era su cómplice y su mano derecha en todo. Tal vez Helio no era su cómplice ni su mano derecha pero Helena siempre lo trataba con respeto y buscaba, en algunos casos; su aprobación.

Y todo esto lo menciono para que entiendas lo que pasará a continuación.

El timbre de la entrada sonó.

—¿Quién más falta? —Se preguntó en un susurro el abuelo Hans mientras abría la puerta principal de la casa con una sonrisa — ¿se le ofrece algo señorita?

La joven que estaba de espaldas a la puerta lo encaró. Ella era de estatura normal; ni alta pero tampoco baja, sus largos cabellos se mecían en el viento veraniego de la noche; rubios y parecían estar hechos de la seda más fina y cara con la cual te deslumbras fácilmente. Sus ojos verdes esmeraldas, de labios finos y nariz pequeña; un lunar en el pómulo derecho y... ¡Guala! Una de las mujeres más bellas que pudo existir estaba ahí.

—Buenas noches, mi nombre es Hanna. ¿Esta es la casa donde vive Helio Halvorson? —preguntó batiendo sus largas pestañas postizas y hablando en un tono dulce y aterciopelado.

—¿Eres invitada de Helio? —preguntó el abuelo Hans sin dejar de sonreír con amabilidad. La mujer asintió con una sonrisa que no dejaba ver sus perfectos dientes blancos.

—Si, soy su novia—soltó de golpe dejando aturdido al abuelo Hans.

Hans se recompuso rápido y con una sonrisa de oreja a oreja la dejó pasar.

Hanna escaneó con los ojos la casa. Los tacones de sus ridículas pero fabulosas botas blancas hacían ruido al caminar. Sin perderse detalle alguno dejó su chaqueta en el perchero al lado de la puerta; dejando a la vista un vestido verde que resaltaba a la perfección sus hermosos ojos.

—¿Dónde está Helio? —preguntó entrando con toda confianza a la sala.

—Una dama me buscaba—dijo Helio entrando a la sala; apareciendo detrás de ella.

Hanna saltó a los brazos de Helio y lo besó apasionadamente; y él la sostenía de la cintura como si fuese a caerse.

Un carraspeo de garganta los hiso separar.

—Hermanita...—dijo Helio encontrando la mirada de Helena, la cual lo miraba molesta y con una ceja alzada; inquiriendo.

Half que estaba al lado de su melliza le colocó una mano encima del hombro para que se calmara. Helena no dejo su postura y miró a Hanna de pies a cabeza.

El antes del inicioWhere stories live. Discover now