V e i n t i c i n c o.

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Un dolor profundo en mi corazón, como si alguien me lo hubiera arrancado y solo quedó el vacío. 

Había empezado con el pie derecho, estaba entusiasmado porque después de casi dos meses iba a volver a ver Hye. Tenía esperanzas, estaba feliz, había preparado una sorpresa, sin embargo todo eso se arruinó. 

«El vuelo 65 en el que iba Hye se estrelló, Jeongin. No hubo ningún sobreviviente. Está en todas las noticias y en los artículos de internet.»

Releí el mensaje de Minho una y otra vez, todavía no lo podía asimilar. Lo único que pensaba —o ciertamente quería que fuese— que esto solo era una maldita pesadilla en la cual despertaré muy pronto.

Pero no se sentía así. Esto no era un sueño o una pesadilla, está era la realidad, por más que me doliera admitirlo.

«Yo también estoy como tú, Jeongin. No lo puedo creer. Ella... ella ya estaba mejor. Ella iba a volver con nosotros, Jeongin. Ella...»

El estado de Minho debe ser igual de deplorable que el mío. O incluso peor.

Hyunjin y Seungmin ya se enteraron de lo pasó, seguro habrán visto las noticias, puesto que me enviaron muchos mensajes. Mensajes que no leí ni respondí.

Antes de regresar a casa, fui por un helado, estaba triste y fue lo primero que se me ocurrió. Ahora entiendo a las personas que comen helado mientras lloran, no te calma pero al menos es una distracción para no perder los estribos o la cordura.

Mientras iba caminando a casa, a paso lento y arrastrado, con la cabeza gacha, marqué el número de Hye In, y la respuesta era la misma, marqué nuevamente, así una y otra vez, hasta que se me acabara el saldo.

Suspiré.

Ahora que lo sé es como entrar en una especie de ensoñación y ver a todas las personas con la cara Hye. 

Estoy alucinando. Ella ya no está aquí.

«Jeongin, estás bien ¿verdad? Por favor, solo regresa a casa y no hagas nada estúpido. Sé que tienes un carnet falso, no vayas al bar a beber.»

Como si beber sirviera de algo.

Si tan solo ella no me hubiera sonreído y no hubiera sido amable conmigo el día el primer día de clases, tal vez yo no me hubiera enamorado de ella y no estaría aquí con el corazón roto.

Suspiré, nuevamente.

Ay, Hye, el dolor que me causa tu ausencia.

A una cuadra de llegar a casa pero parece como si fueran dos cuadras. Rogaba porque mamá no estuviera allí, puesto que ni bien me vea con los ojos llorosos y la nariz roja me va a inundar de preguntas, eso es lo que menos quiero. 

Solo anhelo llegar y dormir para olvidarme todo por unas horas.

Sin embargo, cuando vi las luces encendidas supe que mi anhelo sería desecho inmediatamente. Me sobé los ojos para quitarme las lágrimas, sonreí para no aparentar decaído —o al menos hice un intento de sonreír— y giré la perilla de mi puerta con la llave dentro.

Y lo primero que vi fue a una pelirroja.

—Hola, Innie.

Mi corazón se desbocó al escuchar su voz. 

Ella caminó hacia mí con una sonrisa de oreja a oreja y me cogió de las manos. 

Cielos, ¿qué hace ella aquí? ¿Será que es un fantasma o es producto de mi imaginación?

Sus manos se sentían calientes y cálidas, su tacto se sentía real. Mi mente no podría jugarme una mala pasada así. 

Su rostro es el mismo. El cabello se le ve más bonito en persona. 

Ella me miró con una cara de confusión al no recibir respuesta, y por evidente asombro. —¿Jeongin?

Solté sus manos para tocar su rostro para comprobar si era de carne y hueso, y así lo era. La estaba tocando, la tenía frente a mí, y no era mi imaginación.

Sollocé otra vez, y con la garganta hecha nudo, pude pronunciar apenas:

—Volviste.

Fin♡.

Notes and Flowers © Yang Jeongin ✓Where stories live. Discover now