Capitulo 19-¿Pronto...?

40 11 19
                                    

Yo no sabía que no vería de nuevo a Tristán, y que lamentable era eso, porque yo lo esperaba, pensaba que quizás tenía que hacer algo. Cuando la verdad es que Tristán Sommerfugl ya no estaría a mi lado de nuevo.

—¡Andrea! —Escuché a Arthur gritar, se le estaba haciendo costumbre.

Iba a quitar la mano de Tristán de mi cintura para ir donde Arthur pero... él no estaba.

Miré alrededor de toda la habitación y no había rastro de Tristán, quizás era su manera de decir "aprende a despertar sin mí".

Lo que no sabía es que sería por siempre.

Sin más, le escribí un mensaje de buenos días y salí de mi habitación.

—¿Puedo saber qué quieres? —Le pregunté sin ánimos.

—Saldremos —Dijo con su estúpido tono serio e intimidante.

—¿A dónde? ¿Por qué? ¿Y por cuánto tiempo?

—A un grupo de ayuda, porque antes ibas allí y por un par de horas, supongo.

Estaba boquiabierta y Arthur solo me miraba con sus penetrantes ojos azules y con un apetitoso cereal en su mano.

—No lo recuerdas, pero cuando empezaste tu tratamiento ibas allí. Todos los que van allí han tenido problemas, es bueno desahogarse y quizás algunos te recuerden a ti.

—¿Tristán puede ir? —Pregunté dudosa.

Que inocente era.

—Preferiría que no, pero es tu elección.

Feliz entré a mi habitación luego de haberle quitado el cereal a Arthur y comérmelo como si no hubiese comido en décadas.

Marqué a Tristán unas 8 veces para decirle que me acompañara sin embargo no me contestaba.

Rendida me cambié y bajé con mi hermosa cara de culo.

—¿De verdad tenemos que ir? —Pregunté con notoria molestia.

—¿Y ahora qué pasa? ¿Acaso no estabas contenta?

Pensarán que Arthur lo dijo con fastidio, pero no, él siempre hablaba con indiferencia sin demostrar ni un sentimiento.

—Tristán no irá.

—¿Por qué? —Preguntó demostrando intriga hacia el tema.

—No me contesta las llamadas pero podemos pasar por su casa, se dónde es.

—Yo también sé dónde es y no, llegaríamos tarde.

Rodando mis ojos salí de la casa y entré a su aburrido auto, y Arthur hizo lo mismo.

Su auto estaba ordenado, demasiado diría yo.

Necesitaba distraerme de tanto orden o terminaría mareándome.

—¿Y... cómo sabes dónde vive Tristán?

Arthur puso el auto en marcha y sin titubear ni mirar nada que no fuese el frente dijo:

—Digamos que conozco a su papá.

Tristán no me había hablado de su papá y me parecía extraño que Arthur lo conociera.

—¿Su papá? ¿Y tú cómo lo conoces?

—Sí, su papá —se detuvo siguiendo el rojo del semáforo y me miró—. Lo conocí un día que debía hablarle sobre Tristán y sobre ti.

Mi perdida salvación (Un mundo de mariposas) CORRIGIENDO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora