Capitulo 8

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Maldita noche que pasé

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Maldita noche que pasé.

Cuando me bajé del auto de Izan tenia las mejillas acaloradas, su advertencia no sabía cómo tomármela. ¿Prefería que yo le hiciera daño en vez de él a mí? ¿qué daño podría hacerme él? Sino fuera tan complicado, ni me fastidiara, probablemente hasta pasaría por alto su obsesión, pero era justamente eso lo que me provocaba molestarlo más.

Al entrar, sabía lo que me esperaba en casa, mamá me llenó de preguntas mientras me seguía hasta la escalera. «¿Por qué llegas tarde? ¿Por qué hueles a cigarro y alcohol? ¿Y así fuiste vestida y andabas por el pueblo? ¿qué te pasó en el labio? ¿Quién te trajo?»

Ninguna pregunta me causó temor tanto como la última.

No te acerques a la familia Decksheimer.

—Fue Gabriel —mentí—. El novio de Valeria.

—Se parecía al auto de...

—Mamá ¿Cómo te fue donde tu amiga? —la interrumpí.

—Bien. —Me miró de reojos

—Pues pensé que mi padre iría a buscarme pero como se fue a trabajar.

—Si, tuvo que ir a la ciudad —explicó—. Ay ve a cambiarte que me das miedo.

—¡Ya voy!

Tenía el corazón acelerado, primera vez que sentía el efecto de la droga y parecía que la sensación seguía en mi cuerpo, como era tarde me saqué todo, desmaquillé y bañé antes de acostarme, sin embargo no dormí casi nada, sobre todo porque cuando llegó mi padre, nos dimos cuenta de que después del trabajo pasó a beber, venía borracho y las discusiones con mi madre se hicieron eternas, había tardado bastante en no recaer en lo mismo.

Estábamos muy lejos de ser una familia perfecta, pero aparentábamos demasiado bien.

Hay secretos que mis padres no saben de mí, porque sé que me juzgarían, como el tener un tatuaje, un piercing en el ombligo que me sacaba cuando estaba con ellos y en la nariz uno pequeño, pero solo cuando estaba fuera de casa.

Solía dejar la luz encendida de la lámpara al dormir, pero fue en vano porque sufría de insomnio entonces tuve tiempo para pensar en lo que había sucedido en la fiesta y luego con el accidente.

Ese beso, fue «el beso»

—Heather Lizano, no puedes sentir curiosidad por un chico que huele a peligro. —me dije susurrando y pegándome en la cabeza hacia atrás en la pared y fue peor, recordé la sensación de su beso chocándome en la pared mientras no parecía tener ganas de detenerse, mi piel erizándose.

¿Habrá sido la droga? O ¿simplemente él me causará todo eso? El riesgo, secretos, misterios, eso era él.

Cerré mis ojos porque mi mente no me hacía caso por más que intentaba dejar de pensar en sus labios y de repente apareció el rostro de Izan en vez del otro chico, volví a abrir los ojos y miré al techo.

Wyland ¿Libertad, castigo o salvación?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora