⩥Epílogo⩤

727 32 19
                                    

24 de febrero de 2022.

Muchas cosas habían ocurrido desde año nuevo en ese peculiar grupo.

Kai le pidió a Leire que se fuese a vivir con ella; Michelle en una ecografía a finales de enero se enteró de que el bebé que estaba esperando junto con Mason era una niña; El piso donde comenzó todo se quedaba vacío ya que Brooke se marchó también de allí, a casa del mayor de los Arrizabalaga.

Fueron muchos cambios para todos, pero suponían nuevas etapas en ellos que los hacían aferrarse a esa felicidad que tanto les había costado conseguir.

—Brooke, tengo una sorpresa para ti.

—Cuando dices eso me temo lo peor del mundo. Dime— respondió dejando el ordenador a un lado del sofá.

—No es tan horrible lo que vamos a hacer. Sé que te va a gustar. Coge el abrigo y el bolso. Te espero en el coche.

—Pero, Kepa...

—No digas nada. Hazme caso. Tienes diez minutos. Date prisa, ¡venga!

Con cierto miedo la británica le hizo caso al español, pasó primero por el baño y después agarró su abrigo y su bolso. Salió de casa y se subió al vehículo del chico. Cuando comenzó a rodar Brooke insistió en saber a donde iban a ir, pero todo ese esfuerzo fue en vano ya que su acompañante y conductor en ese instante no quería decir nada.

—Abre la guantera y verás que hay un pañuelo. Quiero que te tapes los ojos.

—¿Pero?

—No quiero que veas la sorpresa.

—Vamos a ver, ¿qué voy a ver si estamos en mitad de la nada?

—Por favor— insistió incluyendo una cara de niño pequeño inocente que consiguió convencer a la británica.

Abrió aquel receptáculo y sacó de ahí una cinta de color azul y se lo puso en su rostro para no ver nada y se lo anudó en su pelo. Kepa para comprobar que Brooke no miraba le puso la mano delante indicando un número y esta lo tenía que adivinar, pero, para fortuna de él, no acertó ninguno de los que había hecho.

—Ya hemos llegado. Déjame bajarme y te ayudo. Ni te muevas.

—¿Cómo me voy a mover? Si no veo, por si no te has dado cuenta de ese detalle.

—De verdad, le quitas emoción a las cosas— rio Kepa al ayudar a bajar a la joven del vehículo.

Con la ayuda del guardameta, Brooke consiguió andar unos pasos para dejar atrás aquel coche en el que había estado subida durante ese tiempo. Buscó con sus manos a Kepa y este se paró detrás de ella apoyando sus manos en los hombros de esta.

—Te voy a quitar ya la venda.

—Por fin, gracias.

—Exagerada— rio mientras deshacía el nudo— Espero que te guste.

—¿Cómo?— preguntó Brooke perpleja al ver donde se encontraban.— Pero, ¿qué hacemos en Portsmouth? No hacía falta, Kepa— dijo emocionada al volver al que consideraba su lugar.

—Muy sencillo, inglesita. En noviembre yo te llevé a mi lugar en el mundo y, para agradecerte todo lo que has hecho por mi, qué menos que traerte a la que es tu casa.— tomó aire y se plantó cara a cara con la chica— Aunque toda nuestra historia comenzó en Londres y signifique tanto para nosotros, yo quiero, si me dejas, claro está, formar parte de tu lugar, que es este. Tú formas parte del mío y no me arrepiento de ello. Además, yo creo que es la mejor decisión que he podido tomar en mucho tiempo.

—Te quiero, Kepa— respondió notablemente emocionada Brooke pasando sus manos por el cuello de este.

—Yo más, inglesita. ¿Me haces un tour por Portsmouth?

—Las veces que hagan falta, españolito.

Durante horas estuvieron paseando por sus calles y por su paseo marítimo sintiendo el mar en su máxima expresión. Sus manos en ningún momento dejaron de estar entrelazadas. Ambos tenían, por fin en su vida, lo que andaban buscando durante tanto tiempo.

Su última parada antes de regresar a la capital británica fue una linda cafetería a la que solía ir Brooke con su familia y le hacía mucha ilusión ir acompañada por Kepa.

—Es de la mejores sorpresas que alguien me ha podido hacer en la vida. Muchas gracias, en serio.

—No me las des. Insisto en lo que te he dicho antes. Era lo mínimo que yo podía hacer. Así que no me des las gracias por algo que haría una y mil veces más por ti. En todo caso si alguien tiene que agradecer aquí, soy yo a ti.

—Pero si no he hecho nada, literalmente— rio nerviosa.

—Sí has hecho y lo sabes, pero no vamos a entrar en ese punto porque me vas a llevar la contraria siempre. En verdad, se lo tengo que agradecer a Londres.

—¿A Londres?— preguntó extrañada.

—Sí, porque gracias a Londres te tengo a ti a mi lado.

The end.

Londres ⩥ Kepa Arrizabalaga ⩤Where stories live. Discover now