Regalo

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Las fiestas nunca habían sido particularmente malas para Armin, sólo que no estaba del todo acostumbrado a celebrarlas así fuese anualmente y de un modo tan cálido y organizado. En su tiempo de cadete era todo más fácil, algo de comida -solo las raciones de siempre-, uno que otro regalo ocasional de quienes tienen como costear uno, o la creatividad para hacerlo con sus propias manos, y algunos villancicos de fondo, nada demasiado formal.

Después con los años la navidad se fue enfriando, nada de villancicos, y ciertamente la gente estaba ocupada en sus propios asuntos como para preocuparse por regalos o adornos navideños, y no podía culpar a sus compañeros por pasar las fiestas en pena, añorando la calidez de sus hogares, o por escaparse para ir a visitar a sus familias y dejar de lado el deber con tal de pasar una buena noche. Podía entenderlo, si hubiera tenido una familia a la que volver, lo habría hecho.

Las cosas fueron distintas ya varios años después, para sus veintisiete años, había tenido que pasar las últimas fiestas, tanto de navidad y año nuevo, en eventos de lo que llamarían la alta sociedad. Las personas más elitistas buscarían su presencia en esas galas, y claro que él, y sus demás compañeros embajadores, no podrían negarse a pesar de sus deseos por permanecer con sus respectivas familias porque entendían que su presencia en eventos de esa clase era imprescindible. Podía envidiar un poco a Pieck por tener que quedarse en casa y no ahí rodeada de personas a las que debía tratar de agradar y convencer de que era lo suficiente confiable, pero no demasiado, igual ella estaba tratando con un par de revoltosos bebés sin su esposo a su lado, un esposo que podía ver inquieto haciendo muecas y esperando una señal que le indicara que podía irse.

Armin suspiró con cansancio mientras apartaba la mirada de Jean, pasando a centrarse en Annie, que comía ansiosamente un bombón de chocolate que un mesero acababa de servirle. Estaba demasiado ansiosa por irse, había dejado a su hijo al cuidado de Gabi y Falco, y aunque sabía que estaban capacitados, no le gustaba alejarse por mucho de su hijo, recién se estaba adaptando a eso de ''soltarlo un poco'', y si no conseguía hacer algo, era peor para su mente que no paraba de formar los más catastróficos escenarios en que Andrew se ve involucrado. Armin se le acercó con cautela, y para cuando se ven a los ojos, ambos logran entenderse perfectamente. Lo único que quieren es volver a casa con su hijo y descansar. Ese evento era tan aburrido como asfixiante.

-¿Falta mucho? -le preguntó Annie inquieta, tomando otro puñado de bombones cuando el mesero volvió a pasar con la intención de darle a Armin. El hombre, indignado, tuvo que volver a la cocina por más cuando la mujer le quitó lo último que le quedaba.

Armin negó suavemente con la cabeza, imperturbable por fuera aunque por dentro fuese todo lo contrario.

-Sólo media hora más y podemos irnos... Aunque podemos hacer una excepción si gustas.

-¿No generaría ningún malentendido?

-No, con tanto alboroto apenas y se darán cuenta.

Annie no lo pensó demasiado antes de acceder, metiéndose unos bombones en la boca, y guardando ''disimuladamente'' algunos otros en el interior de su escote. Armin sólo sonrió de lado mientras omitía comentar al respecto, tomando de la mano a Annie mientras se desplazaban por el salón rumbo a la salida. Pidió que le hicieran llegar el mensaje a sus compañeros que ya se iban -más específicamente a Jean, para que hiciera lo mismo-, y tomando sus abrigos, el matrimonio abandonó el edificio donde aquella fiesta se desarrolaba, tomando un taxi que se encargó de dejarlos a las afueras de la casa donde su hijo se encontraba, solo para tomar al bebé y un bolso con todas sus cosas, y luego volver al vehículo con la unica intención de volver a su hogar, no a hacer más celebraciones, solo a descansar con el niño que dormitaba en brazos de su madre.

Dust in the wind ¦ Aruannie / Jeanpiku Donde viven las historias. Descúbrelo ahora