El pendiente

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Pieck suspiró, sentada a orilla de la cama viendo sus rodillas con fastidio. Jean alzó una ceja con curiosidad, acercándose despacio.

—¿qué te pasa?

Jean se sentó a su lado, todavía con semblante confundido mientras Pieck sonreía de lado, intentando restarle importancia.

—no me pasa nada...

—¿no? —preguntó—, ¿y por qué te pusiste ese camisón mata pasiones?

Ella bufó, indignada por dicha pregunta. Además, no era gran cosa, sólo era un camisón a cuadros que le había regalado Reiner poco antes de su boda... También le había regalado uno así a Annie, ¿qué podía tener de malo utilizarlo?

—Sucede que es muy cómodo, —espetó, y Jean dejó salir un vago sonido afirmativo, no muy convencido.

—Pues te ves absolutamente menudita.

Pieck suspiró con cansancio cuando sintió los labios de Jean estampándose suavemente sobre su sien. No era su intención, le agradaba el contacto, pero una parte de sí continuaba muy entretenida en otras cosas. Trabajó y demás.

—Jean... —Él apenas y se apartó—, he estado ocupada, trabajo, reuniones... Pasé la tarde charlando con las ''lindas'' esposas de algunos políticos —hizo cómicas con los dedos—, y en vez de hablar de algo importante, ellas solo hablaban de cosas atrevidas...

—¿Cosas atrevidas como camisa caída por los hombros...?  —intentó bajarlo la manga del camisón con gesto seductor, logrando que Pieck sonriera divertida al notar que la manga no bajaba en absoluto. Jean resopló después de varios intentos—, ¿qué es esto? ¿te la soldaste o qué?

—Estoy un poco estresada ¿de acuerdo?

Jean sonrió con picardía, no dispuesto a darse por vencido, y por la forma en que Pieck rodó los ojos, sin borrar su sonrisa, tuvo la confirmación necesaria para continuar con eso, acercándose hacia la pelinegra hasta que sus narices rozaran.

—Sé justo cual es la solución...

Sus labios se encontraron y con lentitud se fueron dejando caer sobre la cama, con Pieck debajo y Jean encima, acariciando sus mejillas que de momento era todo lo que necesitaba tocar. Al principio, ocupados en la boca del otro hasta que un breve quejido de parte de Pieck los llevó a separarse, y verse confundidos.

—Auch...

—¿yo soy la razón de ese auch?

—No, fue esto —Pieck se echó hacia un lado, revisando debajo de ella hasta conseguir algo en su espalda. Desconcertada tomó el objeto, reconociendo al instante que se trataba de un pendiente. Tanto Jean como ella fruncieron el ceño, confundidos—, ¿de quien es este pendiente?

—¿no es tuyo...?

Pieck cambió de golpe su semblante a uno serio, clavando sus ojos sobre Jean.

—¡No!

El castaño se mantuvo viendo el pendiente descolocado, hasta que fue consciente de la mirada amenazante de Pieck sobre él y palideció asustado.

—¡Y-YO NO TENGO LA MENOR IDEA—alzó las manos en señal de inocencia—, Sinceramente no sé de quien es eso...

Jean se sintió todavía más descolocado cuando Pieck, rompiendo con su seriedad, dejó salir fuertes carcajadas.

—Jean, mi amor, no te estoy acusando...

Él frunció el ceño.

—¿y por qué no?

—Porque sé que no me estás engañando 

Dust in the wind ¦ Aruannie / Jeanpiku Where stories live. Discover now