El azul de tus ojos

321 38 38
                                    

Han pasado ya varios años, y no se por qué escribo esto ahora, si es que me pegó la melancolía o solo quiero... No sé, no sé qué estoy intentado hacer. Supongo que hay días donde sólo quiero viajar al pasado y la única forma de conseguirlo, es haciendo este tipo de cosas penosas y sin ningún sentido, mismas que no permito que nadie más sepa, porque se trata de algo mío, de lo que solo tú y yo debemos de saber.

Así que, hola, ¿como estás?, soy yo, tu Annie.

Tal vez estés un poco conmocionado, han pasado muchos años y han pasado tantas cosas que, ¿como podría yo resumirlas?, pero tampoco sé si estoy de ánimo para decirlo todo, es más, no quiero hacerlo. Si acaso estoy escribiéndote no es porque quiera informarte con lujo y detalles de todo lo que ha estado ocurriendo, de todos modos puedes hacerte una idea considerando las demás cartas que te he estado enviando —incluso a sabiendas que no recibirás nunca—, de que ha sido de mi, de que ha sido de nuestro hogar y la familia que formamos.

Zoe se ha mudado conmigo, querrás saber. Pero sé que es temporal, en lo que aprende a sobrellevar la muerte de Marco. Ha sufrido mucho y, si te soy sincera, me ha recordado un poco a mí cuanto te fuiste. No quiero culparte, es solo que, bueno, no puedo no verme reflejada en ella. La angustia que siente, las noches llorando y suplicando, hacen eco en mis oídos. Hay ocasiones donde yo todavía me voy a la cama llorando y pidiéndole a dioses en los que no creo que te aparezcas, que llegues en barco, así como te fuiste, corras a mis brazos, me tomes con fuerza y me digas que ya nunca me dejarás.

Ella al menos ha tenido un cuerpo al cual despedir, yo no tuve la oportunidad de despedirte como era debido. Aún recuerdo tus últimas palabras antes de partir:

Contaré los días hasta volver a tu lado.

¿Cuántos días llevas contados?, yo ya perdí la cuenta, ni siquiera recuerdo con exactitud que día fue, o quizá me obligué a olvidarlo. Todos sufrimos mucho tu partida como debes recordar, Zoe quedó devastada y Andrew... Él todavía se sigue culpando a sí mismo por todas las peleas, culpando porque la última vez que hablaron fue entre gritos y maldiciones. Pero yo eliminé esa imagen de mi cabeza, para mí todavía eres el padre atento que amaba a sus hijos por sobre toda cosa, el mismo que solía consentir a Zoe hasta el cansancio, y aun si no sabía como subirle el ánimo a alguien daba su mejor esfuerzo diciéndole con extrema torpeza a Andrew todas sus cualidades positivas hasta lograr borrar sus lágrimas. Me quedó con esa imagen, así como aquellas otras tan encantadoras, en todas esas facetas tuyas que tan prendada me tenían —y me siguen teniendo—.

Pero, volviendo a nuestra hija... Ah si, ahora le llamo Zoe. Ha sido después de todo el nombre que tú escogiste así que, en algún momento dejé de decirle Allie o Allison, para solo llamarla Zoe. Ha logrado publicar ya varios libros y te sorprendería todo lo que ha conseguido una vez se recuperó de tu partida. Pero fue duro, siempre fueron muy unidos y de no ser por Marco habría tardado más en sentirse mejor, así que, ya puedes hacerte una idea de cómo debe sentirse ahora que nuestro ahijado ya no se encuentra con nosotros porque así lo quiso el destino.

No sé quién ha sufrido más, si nuestra niña, o Jean y Pieck. Llevo días sin verlos porque al menos Pieck se ha encerrado en sí misma tanto que ya no parece la misma chica con la que solía bromear tanto en mi juventud. Jean, que naturalmente siempre fue el más sentimental de los dos, ha intentado hacerse el fuerte sin ningún éxito. Como sabes, Jean disfruta mucho de dibujar, le ha regalado al menos unos veinte dibujos de Marco a nuestra Zoe en los últimos días y ella los va coleccionando todos muy gustosa. Obvio las más afectadas han sido las niñas, pero por ellas todos tratamos de mantener la calma.

Te sorprenderá también saber que me he vuelto unida a Reiner. Tenemos no sólo un pasado en común, también a Andrew. Él se preocupa por él demasiado y ¿Sabes?, me alegro que así sea, porque ese niño se parece tanto a ti que a veces me asusta —si, le sigo llamando niño pese a ser ya un adulto—, ¿recuerdas cuando era adolescente y nos enteramos por boca de Zoe que solía meter chicas en la casa cuando íbamos de viaje?, sé que debes recordarlo, te amenace diciendo que si llegabas a alentarlo iba a darte una patada en las bolas y tú te defendiste diciendo que ''jamás harías algo así'', aunque era obvio que en el fondo estabas orgulloso de que el chico tímido que criamos fuese un patán mujeriego, y también muy listo, como quedó claro en esa ocasión cuando te pidió que le hablases de Eren, preguntándote a qué le tenías miedo exactamente.

Y es cierto, ¿a qué le tenías miedo?, ¿al odio?, ¿a generar terror?, sabemos bien que eres la clase de hombre que se regocija al provocarle dichas emociones a otros. Deberías de serme sincero, ¿por qué te empeñaste tanto en esconder quien eras, incluso ante aquellos que ya lo sabíamos bien?

Connie también se ha mudado no hace mucho, pero no a Paradis, aunque siempre estuvo en sus planes volver una vez su madre falleció se vio incapaz de hacerlo. Él vio que su esposa estaba muy nostálgica y tras enterarse que extrañaba su hogar natal, no lo pensó mucho y con tal de no darle el mismo sinsabor, se mudó con ella y su unigénita a Hiruzu, donde están bastante bien según he sabido. Por supuesto vinieron por el funeral semanas atrás, pero ya se fueron de regreso y no sé cómo ha sido el contacto entre ellos y los Kirstein últimamente, yo espero que siga siendo igual de frecuente que siempre. Son una linda amistad que no merece desaparecer.

En cuanto a Gabi y Falco, nos siguen visitando con regularidad, cuando no están ocupados atendiendo su tienda, claro. La verdad, Falco mide más o menos lo mismo que tú, y se parece un poco a ti cuando eras joven, mientras que Gabi me ha ayudado con un jardín en la parte trasera de la casa. Nada muy elaborado ya que estoy viviendo en la playa y no hay muy buena tierra cerca. Lo bueno es que al menos tengo el sonido del mar que me ayuda a conciliar el sueño por las noches, aunque, nada como tu voz contándome historias hasta dormir. A veces abrazo la almohada y hablo conmigo misma imaginando que tú estás ahí.

Me sigue pareciendo injusto que decidieras irte un día y no volver, considerando lo mucho que todos te quisimos, el como logramos entre todos formar una familia y a ti no pareció importarte cuando decidiste desaparecer en el océano junto al resto de tu navío. ¿No pensaste en el dolor que le traerías a tus hijos?, ¿en la desdicha que traerías a tus amigos?, ¿en todo el sufrimiento que me dejarías por no haber logrado impedir tu ida?

Todavía tengo muy presente el último día que estuviste a mi lado, tú y yo estuvimos peleados porque no me gustó como trataste a Andrew, tú solo te fuiste y una vez me sentí mal, fui tras de ti hasta llegar al muelle. Ya te estabas alejando cuando te grité que me perdonaras, que no quería estar peleada contigo y te extrañaría un montón, puesto que los años me sirvieron para ir perdiendo la vergüenza y adquirir la valentía que me faltaba para expresar abiertamente mis emociones al mundo. Me sonreíste a la distancia, prometiste volver, asegurando que contarías los días restantes antes de que pudiéramos volvernos a encontrar. Me dejaste con promesas de un futuro juntos que nunca volverían.

Ahora estoy aquí. En la casa que juntos construimos, aquella donde siempre soñamos vivir juntos pero en la que no pudimos hacerlo porque nuestro trabajo nunca nos lo habría permitido. La casa donde pasábamos las vacaciones, donde Zoe dio sus primeros pasos, y Andrew te llamó papá por primera vez. La casa que estaba en la misma playa donde una vez concebimos a nuestra hija, y que debió de haberse acostumbrado a nuestras frecuentes visitas. La misma casa donde prometimos vivir cuando fuésemos un par de jubilados sin más responsabilidades. Y aquí estoy, esperando por ti, esperando para que cumplas con tu parte de la promesa.

¿Recibirás alguna consecuencia por haberme dejado así?, ¿esperando día tras día, año tras año, en la misma casa junto al mar que aparezcas?, me he resignado ante la idea de volverte a ver, y aun así, no logro descartar del todo dicha posibilidad. Si existe tal cosa como el cielo y el infierno, entonces esperaré que llegue mi momento pero que así podamos arder eternamente juntos. Sé que me faltan todavía algunos años, pero ya mi cabello se está llenando de canas, tengo arrugas, y voy poco a poco perdiendo mis fuerzas. Es cuestión de tiempo para darme por vencida, y despedirme de esta tan agridulce vida.

Sí volviese a nacer, en serio espero que nos volvamos a encontrar, incluso a consciencia de que me provocarás el mismo dolor que en esta vida me has causado. Eres mi paz, así como eres mi tormento. Por favor, amor mío, no te pido que me busques en otra vida, pero sí que si volvemos a encontrarnos, me beses en cuanto tengas la oportunidad de hacerlo, que no hay otra cosa que extrañe más que el adictivo sabor de tus labios, y si acaso lo hay, entonces debe de tratarse del azul de tus ojos. El azul oceánico que el mar me trae de recuerdo.

Y si nos volvemos a ver, te prometo que te amaré, así como en esta vida y como en ninguna otra lo haré

Atentamente: Annie Arlert.







Dust in the wind ¦ Aruannie / Jeanpiku Where stories live. Discover now