Sueño

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me encontraba tan cansado que me resultaba difícil pensar con coherencia, tan sumido en el nebuloso mundo de los sueños que de no ser por la incomodidad en mi brazo derecho, que descansaba bajo la cabeza de Annie, habría jurado continuaba dormido.

Mis ojos entreabiertos se mantienen fijos sobre Annie. Ella a diferencia de mí sí se encontraba profundamente dormida, sin embargo, calculé que no le duraría demasiado. Por lo general ella despertaba primero que yo, consciente de lo poco que yo disfrutaba verla con los ojos cerrados por largos períodos. Pero la noche anterior se nos había ido la noción del tiempo, sin contar el como nos afectó el cambio de horario de nuestros últimos viajes. Me quedé despierto hasta tarde leyendo e investigando tras salir de esa fastidiosa celebración en el país caribeño que nos encontrábamos visitando.

Annie, que me había estado acompañando, se quedó despierta un poco más, solo porque se le había notificado que su padre había enfermado y trató por todos los medios de que se le facilitara una llamada. Pero gran parte de lo que quedaba del mundo, no estaba más que luchando por adaptarse y sobrevivir ante la falta de recursos, el lugar donde nos estábamos hospedando no estaba lejos de igualar a Paradis antes de que se conectara con el mundo exterior. Una vez supo todo fue una falsa alarma, y no más que una gripe pasajera, volvió a mi lado entre aliviada, y disgustada por la distancia de un continente a otro, así como de la situación.

En realidad, diría yo, las cosas marchaban bastante bien. Si bien una gran cantidad de vidas fueron arrebatadas, y habían territorios en los que tendríamos que esperar mucho antes siquiera pensar en utilizarlos para sembrar o habitar, hubo ciertas zonas que se mantuvieron intactas por la separación continental, y su aislamiento. Varias islas permanecieron, pero sufriendo los estragos que dejó el estruendo de todos modos. No creo que hubo algún lugar que no sufriera a causa de lo sucedido. Tal vez sólo Paradis, y en menor medida Hiruzu, Paradis tuvo una economía independiente por mucho tiempo, y al estar Hiruzu asociado con Paradis se salvó de mucho. Agradezco que Kiyomi e Historia no pusieran muchas trabas a la hora de ayudar a los grupos de sobrevivientes.

No obstante, ya habían pasado cerca de dos años de lo sucedido y aunque las cosas seguían estado en un punto tenso y exhaustivo, ya no tenía que dormir en el suelo sin más que una piedra bajo mi cabeza porque las almohadas y las mantas resultaban un lujo que no todos se podían dar. Ya tenía una cama en la cual descansar, y la sensación era tan placentera que echarme a morir sobre ella se sentía como un pecado que repetiría infinidad de ocasiones.

Las palabras intangibles que brotaban de los labios de Annie resultaban como música para mis oídos en días como esos. La costumbre de dormir juntos la habíamos forjado desde antes de darle nombre a nuestra relación, cuando en esos primeros días tras finalizar el retumbar no nos quedaba otra más que dormir todos apretados buscando un poco de calor ya que las mantas eran escasas, y mi orgullo jamás me habría permitido aceptar una teniendo en frente a mujeres y niños cerca de sufrir hipotermia.

A veces compartíamos una prenda vieja o un trozo de tela en desuso que solo servía para cubrir una mínima parte del cuerpo, tan pegados el uno al otro que me hacía sentirme de nuevo el niño de once años que vagaba por las calles en compañía de Eren y Mikasa, ya que su abuelo no tenía como pagar un hospedaje mínimamente digno —e incluso cuando él ya no estuvo, ¿qué podían hacer un par de niños de esa edad, estando en situación de calle y siendo víctimas de la sobrepoblacion en las murallas?—. Entonces, la situación no era tan catastrófica, o al menos no para mí, porque no tenía que pensar en más que sobrevivir la noche, y no tenía a mi cargo centenar de vidas que por diversas consecuencias del retumbar, iban reduciéndose.

Esa primera noche que dormidos lado a lado, Annie se recostó tan cerca de mí que recuerdo el estremecimiento en mi cuerpo por el contacto involuntario. El como ella misma se encogió en su lugar, frotando sus manos frente a su rostro sonrojado en busca de un poco de calidez.

Dust in the wind ¦ Aruannie / Jeanpiku Onde histórias criam vida. Descubra agora