Un poco de ayuda

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El escenario era bastante tranquilo, en comparación con otros días, estaban en la comodidad del hogar, sin preocuparse de momento por asuntos de trabajo. Annie arrullaba entre sus brazos a su bebita, y Armin le mostraba un libro infantil a Andrew, que no paraba de señalar alegre los dibujos e insistirle a su papá con sus lindos ojitos y uno que otro golpecito, que le ''leyera'', el cuento.

Para Annie todo era encantador, ver a su marido y su hijo tan felices, Armin en verdad lucía tan tranquilo al poder tener un instante para despejarse de su ajetreado trabajado, podía olvidarse de su título como salvador de la humanidad, y en cambio, enfocarse en las razones que hacían su vida menos miserable. En lo que le daba sentido a su vida. Sonreía cómo muy pocas veces —nunca—, se permitía hacerlo en las conferencias, reía con el pequeño y le contaba una versión muy improvisada y resumida del cuento que pudiera ser entendible para el bebé. Tratándose de un cuento de animales, imitaba los sonidos de ellos y decía sus nombres. se veía feliz, lo que era consolador sabiendo todo lo que había tenido que pasar. Annie se preocupaba mucho por Armin, verlo feliz, siempre le haría sentirse igual.

Andrew todavía no hablaba como tal más que por palabras clave que fue aprendiendo desde que empezó a oír. ''mamá, papá, agua, tito —su forma de decir tío, y que solo usaba para referirse a Reiner—, ato —gato—, y chupa'' ya esto último por su chupete, que había tomado la mala maña de usar casi todo el tiempo y que difícilmente dejaba. De resto, solo hacía lloriqueos, muecas, o Annie se lo daba en bandeja de plata. Vamos, ya tenía otro bebé, pero Andrew seguía siendo su bebé, y Annie debía admitir que lo tenía consentido, pero es que amaba verlo contento. Sus ojos solían brillar, y quería proteger ese brillo por siempre. Amaba que Armin y Andrew estuvieran juntos, sentía que podía verlos juntos todo el día...

Allie dejó salir un sollozo, empezando a lloriquear, su rostro empezando a retorcerse en una mueca, hipando con suavidad. Annie empezó a susurrar, meciendo a la bebé en sus brazos con extremo cuidado, como si se tratara de una frágil muñequita de cristal.

—Ya, ya... Shhh, no llores mi vida, —murmuró, viendo como la niña seguía con su puchero.

Allison, bueno, Zoe, porque aunque no le gustara ese era su primer nombre y por el cual acostumbraban a llamarla una cantidad considerable de personas ajenas al círculo familiar —sacando a Levi y Armin del panorama—, trató de voltear la cabeza, removiéndose incomodamente en los brazos de su madre mientras continuaba sus infantiles lloriqueos. Annie no necesitó de más explicación, se levantó la camiseta que traía —y que le pertenecía a Armin—, y se acomodó como pudo, mientras Allie no le daba chance de siquiera pensarlo porque ya estaba buscando, con su boquita abierta, su pecho.

Iba a decir la verdad. Amamantar no era como lo hacían ver otras madres. Era una pesadilla de mordiscos, costras, sangre, y tirones violentos y dolorosos. Tanto con Andrew, como con Allie, la diferencia es que logró destetar a Andrew pronto porque el niño conoció su chupete —porque Armin convenció a Annie de hacerlo, para que se fuese preparando para el siguiente y esperaban que último bebé—, pero Allie... Todavía era muy chica para destetarla por completo, tenía tan solo cinco meses, muy pronto para siquiera pensarlo a criterio de Annie, ya que había leído junto con Armin un poco al respecto y podría enfermarse y... No, no, por los momentos debía soportarlo. Solo un poco más. Hasta que fuese un poquito más grande y menos vulnerable.

La cuestión era que, Allie, era un poco violenta cuando se trataba de tomar leche directo del pecho de su madre. De por sí succionaba con fuerza cuando pasó a darle un mordisco al pezón de Annie, haciéndola soltar un quejido, parecido a un chillido, que ganó las miradas extrañadas, y un poco alarmadas, de su esposo e hijo mayor —que se había sobresaltado al reconocer la voz de su madre—.

Dust in the wind ¦ Aruannie / Jeanpiku Where stories live. Discover now