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En la camilla veo una mujer, de alrededor unos cuarenta, temblando debido a su enfermedad.

—¿Eso se puede hacer, doctor Jefferson? —observo a la señora y veo que hay una mujer a su lado observándola triste.

—Hablas conmigo —sonríe—. Claro que se puede —asiento lentamente.

Camino hasta colocarme al lado de la camilla y le sonrío a la señora Morrison.

—¿Cómo se siente, señora Morrison? —cuestiono en tono lento observando su saturación.

—Desde que el doctor Jefferson me dijo que podía curarme, he estado muy feliz —sonríe.

—Recuerde Carmen que usted estará despierta toda la cirugía —le hace saber Max con un tono firme—. Es necesario para encontrar el punto exacto —ella asiente.

—Ella lo tiene presente, doctor —menciona la mujer a su lado.

—Estaré a su lado si necesita sostener una mano, señora Carmen —la veo algo nerviosa y al oírme noto que se tranquiliza.

—A las diez la subirán a quirófano, mientras tanto deben realizarle unos estudios necesarios —explica Jefferson.

—Gracias, doctor —susurra.

—No es nada, Carmen —medio sonríe—. Danvers, ven —sale de la habitación.

—Con permiso —ambas asienten y voy con Jefferson.

—Ven, necesito que me ayudes a llevar algunas cosas para la sala de urgencias —ingresa a una habitación de suministros y hago lo mismo.

Jefferson cierra la puerta y se acerca a los apósitos y yo me coloco frente a él para tomar nuevas jeringas y demás.

Siento sus ojos en mi rostro pero bajo mi mirada a los objetos que estoy tomando.

—¿Qué le sucedió a tu labio, Danvers? —sé que está serio.

—Me lastimé —respondo con obviedad.

—¿Cómo? —levanto mi mirada y la clavo sobre la suya.

—Me mordí el labio —suelto con tranquilidad.

Asiente tranquilo y se acerca hacia otra góndola con algodón.

—Ví en los horarios que Edwards volverá —en ese momento se me caen las jeringas de las manos—. Y con eso la pregunta que iba a hacer se responde sola —deja lo que tenía en sus manos dentro de una góndola y se voltea hacia mí—. ¿Por qué le pediste a McGregor que le devolviese el trabajo? —no respondo—. ¡Haz el puto favor de responderme, Danvers! —exclama bastante irritado.

—Porque estoy saliendo con él y tuvimos unas semanas complicadas, no estábamos bien cuando nos vió, doctor —comienza a reír.

—¡Deja de mentir, coño! —sujeta ambos lados de mi rostro con sus manos—. Programé la cirugía a su hora de entrada para no cruzarlo por el pasillo, pero no podré hacerlo por siempre y siento que en cuanto le vea soy capaz de partirle la cara —ruedo mis ojos.

—¿Cómo supiste que hablé con McGregor? —cruzo mis brazos sobre mi pecho.

—Él me lo dijo, quería que le volviese a hablar sobre lo que ví —suspira—. No creía que fueses capaz de pedir que le devolviesen el trabajo a el maldito de Edwards —bufa enfadado.

—Debía arreglar eso, lo veía triste en la casa —susurro.

Toma mi mano la cual estaba enredando cabello entre mis dedos y hace que le observe.

—Deja de mentir, Danvers —me observa fijamente—. No quiero que digas lo contrario porque ya sé que lo haces —murmura.

Su beeper comienza a sonar, observa el mensaje y suspira.

CÓDIGO AZUL © [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora