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Llevo un trozo de pastel a mi boca y Tyler continúa riendo.

—Ya, eso no fue nada gracioso —me quejo sonriendo.

—Nunca creí que tú —me señala—, hubieses sido capaz de beberte una botella de vodka con diez años y luego ir a la escuela —doy un sorbo a mi café.

—Creí que era agua —me excuso—. Recuerdo que vomité los tacones de la profesora —cubro mi rostro y él ríe aún más.

—Eras una niña —añade y medio sonrío—. Aunque... —lo observo con atención—. ¿Por qué tenían una botella de alcohol al alcance de dos niñas? —hago una mueca.

—Mi padre era, o es, un alcohólico y mi madre estaba muy enferma —comienzo el relato—, ya era costumbre ver a mi padre bajo efectos del alcohol y demás, pero esa mañana me desperté y no sabía que eso era alcohol, además el vodka es del mismo color —asiente lentamente.

—Siento mucho que hayas tenido que vivir una infancia así —niego.

—Por eso soy de la forma que soy en este momento —bajo mi mirada—, sé que no sería igual si todo hubiese sido color de rosas —él asiente.

—Yo te entiendo —lo observo atentamente—. Mi madre murió el día que nací y mis abuelos fueron quienes me criaron —suspira—. No creo que hayan hecho un mal trabajo, pero sé que sería un Tyler distinto si mi madre me criaba —juego con el borde la taza de café.

—Las muertes luego de dar a luz son muy feas, quizás tenía preeclampsia... —él ríe.

—Siempre relacionando la medicina a todo tú —sonrío y coloco mi cabeza de lado.

—Para eso nací —muevo mi cabello hacia atrás y ambos reímos.

Él acaba de beber su café y tiene intención de levantar los platos junto con las tazas, pero lo detengo.

—Yo lo hago, Ty —no le doy tiempo y levanto lo que habíamos utilizado.

Me acerco a la cocina y comienzo a lavar las cosas con calma. Tyler aparece junto a mí y me observa.

—Sabía que lo harías —le sonrío.

—Tú también lo hiciste las veces que te he invitado —asiente y cruza los brazos sobre su pecho.

—Es lo que hace una buena visita —él agrega.

—Y yo soy excelente —dejo todo en el escurreplatos y seco mis manos para finalmente doblar el paño de cocina sobre la encimera.

Me volteo hacia él y me sonríe.

—Te ves hermosa —niego.

—Estoy agotada y dudo que pueda lucir presentable —tomo asiento sobre la encimera y me observa con atención—. Lo siento, es costumbre —explico e intento bajarme, pero él me lo impide colocándose entre mis piernas.

—Quiero besarte, pero no lo haré si tú no me lo permites —balbucea cerca mi rostro.

No sé por qué, pero me encuentro abrazada a su cuello y besando sus labios con furor. Tyler me sujeta por la cintura de forma delicada, pero luego me sujeta por mis glúteos caminando hacia su habitación.

Me recuesta sobre su cama y su boca pasa a mi cuello, sus manos se cuelan por debajo de mi blusa acariciando mi piel.

Desacomodo su cabello y él quita mi blusa.

Saco la camiseta que él llevaba, paso mis manos por sus pectorales muy bien definidos. Muerde el lóbulo de mi oreja y yo jadeo.

Inmediatamente, el rostro de Max aparece en mi cabeza; así que, en cuanto veo a Tyler con intención de sacar mi pantalón, lo alejo de mi cuerpo.

CÓDIGO AZUL © [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora