CAPÍTULO 10

1.2K 134 57
                                    

Beth, junto a todas sus virtudes, también parecía tener buenos dotes de convicción. Consiguió que los chicos dejaran de lado los tableros y cualquier conversación que tuviera que ver con el ajedrez para que realmente pudiéramos divertirnos. Charlamos, bebimos y sobre todo reímos un montón. Incluso pusimos música y bailamos en medio del salón de Benny durante un buen rato. Mike y Matt eran incluso más graciosos después de tomarse un par de tragos, y a mí ya me dolían las costillas de tantas carcajadas a consecuencia de sus payasadas. Pensaba que Harry Beltik era un poco más reservado, o eso es lo que me había parecido la primera vez porque ahora que estaban sus otros dos amigos presentes parecía haberse convertido en el alma de la fiesta. Supongo que todos estábamos desinhibidos; disfrutando de la noche y del momento sin pensar en nada más. De vez en cuando era necesario sentirse de esta forma.

No sabía exactamente qué hora era, pero debía de ser bastante tarde. El ambiente iba decayendo poco a poco y Harry Beltik y sus amigos ya se habían marchado. Estaba apoyada en la mesa, escuchando la enrevesada historia que Arthur nos estaba contando cuando dejé vagar mi vista más allá, hacia los almohadones. Ahí encontré a Benny y a Beth sentados bastante juntos. Ella le observaba con una mirada maliciosa y los labios apretados, tratando de contener una sonrisa. Benny tenía su vista clavada en sus propias manos, las cuales jugaban con nerviosismo en su regazo, y le dedicaba a Beth alguna que otra mirada de soslayo casi con timidez. En estas horas me había dado cuenta perfectamente de la química que fluía entre esos dos, pese a que no pronunciara ni palabra al respecto.

Los gestos exagerados de Arthur llamaron mi atención de nuevo, así como las risas de los demás, por lo que me uní a ellos para disimular que no me había enterado del desenlace de su historia. De verdad intenté centrarme en ellos, pero mis ojos volaron una vez más hacia aquella pareja. Ahora ya estaban hablando y riendo con tranquilidad, pese a que entre el ruido ambiente, la música y la conversación de los otros cuatro chicos que quedaban no me permitiese conocer cuál era el tema entre esos dos. Al beber de mi cerveza y darme cuenta de que precisamente era el último trago que me quedaba, lo tomé como una señal: era hora de que me marchara. Llegados a ese punto no había forma de que volviera a centrarme en la fiesta; y quedarme solo haría que aumentase mi pensamiento de que ya no aportaba nada.

Me despedí de los cuatro chicos, quienes pese a que insistieron en que me quedara, no consiguieron convencerme. Les aseguré que podíamos quedar cualquier otro día, pues su compañía era más que grata, y si no, nos veríamos la próxima vez que Benny convocara una reunión semejante. Me dirigí hacia la puerta al momento, deteniéndome en el perchero; me coloqué mi chaqueta y mi bolso mas no me dio tiempo a salir antes de que una voz me retuviera.

- ¿Ya te marchas? – era Benny. Tragué saliva antes de girarme tratando de ocultar mi escaso ánimo para hablar con él en esos momentos.

- Es tarde.

- ¿No pensabas despedirte? – cuestionó. Ninguna pregunta sobre el porqué, ni tampoco una invitación a quedarme a pasar la noche en su cama, como de costumbre. – Si Beth no me hubiera avisado, no me habría dado cuenta a tiempo de que estabas huyendo.

Le observé directamente a los ojos con una diminuta sonrisa en mi rostro. Ojalá pudiera leer en su mirada lo que pensaba y lo que sentía, pero ese chico siempre había sido un misterio. Daba la impresión de ser un libro abierto, pero en cuanto a asuntos personales o a emociones se trataba, siempre conseguía encerrarlo bajo llave.

- ¿Te ocurre algo? – inquirió, desconcertado ante mi comportamiento. – ¿Estás bien?

- Lo que pasa es que no puedo competir contra ella, Benny. Jamás podría. – le expliqué, pausada. – Ni puedo, ni quiero hacerlo.

- ¿Competir? ¿Hablas de Beth? – sus palabras mostraron lo confuso que se encontraba, mas ese chico era listo, por supuesto que me estaba entendiendo. – Alex, estás sacando las cosas de contexto.

- Tal vez. – suspiré.

- Mañana te llamo, ¿está bien?

- Perfecto.

Me marché tras dirigirle una última mirada a Benny. No estaba segura de si Beth habría prestado atención a toda nuestra escenita, pero no me detuve a comprobarlo. Estaba agotada y no soportaba quedarme más tiempo allí. Lo mejor sería regresar a casa; que el aire despejara mis pensamientos. Mañana, si todo iba bien, vería las cosas de otra forma. Sabía que al irme, les había puesto en bandeja a esos dos la posibilidad de que ocurriera algo entre ellos. Pero no estaba dispuesta a actuar como un perro guardián. Eso no iba conmigo. Era Benny quien debía tomar las decisiones que considerara oportunas y demostrarme si estaba en lo cierto o si, por el contrario, me equivocaba rotundamente.

Cuando al día siguiente no recibí su llamada, empecé a darme cuenta de que mis temores podrían ser más ciertos de lo que pensaba.

*

Las primeras veinticuatro horas sin saber nada de Benny las justifiqué pensando que podría tener resaca. O tal vez estuviera resfriado, en la cama con fiebre e incapaz de avisarme de su estado. Ideé mil y un motivos a los que podría deberse su silencio, pero ninguno sonaba totalmente realista. Hubo días en el trabajo que incluso soñaba despierta con que él apareciera por la puerta del bar para darme una sorpresa. No es que fuéramos de detalles románticos, pero podría ser su forma de recompensarme por su prolongado silencio. Pero al final de la jornada, todo eso se quedaba en lo que eran: sueños; ilusiones que solo ocurrían en mi cabeza. Necesité largas noches para entender que si Benny no me llamaba era por decisión suya; fueran cuales fuesen sus motivos.

Transcurrió casi semana y media antes de que, al descolgar mi teléfono, escuchara la voz de Benny al otro lado. Lo primero que hizo fue preguntarme qué tal estaba; lo segundo, disculparse por no haber dado señales de vida desde la fiesta. No me dio ningún argumento que lo justificara, aunque tampoco me sorprendía dado lo escueto que solía ser por teléfono. De cualquier forma, cuando me pidió vernos, acepté. Quedamos al día siguiente en una cafetería que había cerca de mi universidad. Alguna vez habíamos desayunado ahí y era un sitio agradable y tranquilo. Para cuando llegué, y eso que fui puntual, Benny ya estaba esperándome con dos cafés sobre la mesa.

Las mariposas volvieron a mi estómago nada más verle, pero esta vez lo hicieron junto con una punzada de dolor. Mala señal. Tomé asiento enfrente suyo y me forcé a sonreír cuando me saludó, disimulando que no había pasado una eternidad desde que nos vimos por última vez. Aun así, pude notar el abismo que parecía abrirse entre nosotros; cosa que nunca antes había sentido salvo, quizás, las primeras veces que quedamos.

- ¿Estás nervioso? – le pregunté tras darle un sorbo a mi café.

- ¿Por qué lo preguntas?

- Porque te conozco. Sé cuando estás nervioso. – le expliqué. – Y además, no dejas de mover la pierna por debajo de la mesa.

- Lo siento. – se excusó al instante, deteniéndola. – Es solo que hace mucho que no nos vemos.

- Esperé tu llamada. – acoté. – La he estado esperando todos los días desde la fiesta.

- Han sido unos días bastante ajetreados. – se excusó. – Beth se quedó a pasar unos días y todo ha sido un poco caótico.

- ¿Beth se ha quedado en Nueva York?

- Sí, pero ya se ha ido. – se apresuró a matizar. – Se fue hace un par de días.

- Así que una vez sin ella, has tardado cuarenta y ocho horas en buscarme a mí.

- No es eso, Alex.

- ¿Os habéis acostado? – le pregunté, interrumpiéndole antes de que siguiera soltando excusas que tan solo iban a conseguir molestarme. Siempre habíamos sido claros y sinceros el uno con el otro; no tenía sentido que perdiéramos la costumbre en estos momentos.

Aunque Benny abrió la boca, no salió ni una sola palabra. Y ese silencio; ese ápice de duda antes de responder, fue lo único que necesité para conocer la verdad. Aun así esperé a que él mismo lo reconociera en voz alta, si es que acaso era lo suficiente valiente como para confesármelo a la cara. Tuve que esperar por largos segundos, pero al final lo soltó, tenso:

- Sí, Beth y yo nos hemos acostado. 

Más allá del ajedrez | Benny Wattsजहाँ कहानियाँ रहती हैं। अभी खोजें